55. Lucidez

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BEA

— ¿Señorita está prestando atención? Muevo la mirada hacia el sujeto frente a mí, Le pregunté si está segura de su denuncia, es una acusación grave y mentirle a las autoridades es un delito.

La misma mierda de siempre, pero en otro momento, lugar y época. ¿Me sorprende? No.

—No estoy mintiendo, si revisa sus notas se dará cuenta que no he cambiado mi versión ni una sola vez desde que empecé a hablar y que he dado siempre las mismas respuestas una y otra vez. — Respondo a la defensiva. 

Vuelve a fruncir esas cejas peludas y desarregladas en mi dirección, no le gusta mi tono, no le gustan mis respuestas, no le gusta que lo desafíe, no le gusto yo en general.

—No dije eso. — Se acerca a la cama—. Sólo hago mi trabajo, y mi trabajo siempre será actuar de acuerdo a lo que la ley dice.

Ah, ya, interesante saberlo.

— ¿Y la ley no es la misma que dice que siempre hay que creerle a las víctimas? — Pregunto con irónica, — porque hasta el momento lo único que he visto es a un montón de tipos con uniforme, sin la más mínima pizca de diligencia por hacer las cosas bien y con miradas acusadoras en mi contra.

—Estamos haciendo lo mejor que podemos...

— ¡No me basta! — Grito y al instante siento un dolor punzante atravesarme, — no es suficiente, — las lágrimas aparecen de nuevo, — nunca será suficiente. Yo ya perdí todo, él con suerte pasará un par de años en la cárcel, y como esto no está yendo a ninguna parte, no hablaré más hasta tener un abogado. Buen día.

***

CUARENTA Y OCHO HORAS ANTES

El sonido lejano y distorsionado de un celular me hace despertar, volver a la vida después de... Las últimas horas son confusas, por más que lo intento sólo logro obtener recuerdos vagos, poco claros y poco realistas. No sé qué tanto de lo que estoy recordando es real y qué es invención de mi cerebro, no estoy segura de poder separar la realidad de la ficción.

Al abrir los ojos tres cosas captan mi nublada atención: La habitación, la oscuridad y el cuerpo a mi lado. Logro enfocar su cara por momentos, pero eso basta para darle un nombre a ese ser: Cameron Sinclair. ¿Esa sensación de saber que hiciste algo malo, pero no saber exactamente qué? Eso siento al darme cuenta que estamos en su cama y que por más que lo intento no logro recordar cómo llegué hasta aquí, recuerdo estar en la cocina con él preparándole el desayuno, luego todo se torna raro.

—Ca... Ca...

Hablar es jodidamente complicado, siento la boca seca, la lengua pesada y la garganta cerrada, busco levantarme, pero aparte del dolor, a mi cuerpo le cuesta seguir órdenes. Tardo en voltearme sobre el costado y sentarme al borde de la cama. Mala idea, no sólo es la sensación de estar en otro cuerpo, es el malestar general, el dolor intenso en el cuello y el cansancio extremo, es también un calor infernal, taquicardia y dificultad para respirar. Algo anda mal, muy mal, lo sé, lo siento, pero no puedo pensar, no puedo... No soy capaz de coordinar mis movimientos y menos de actuar racionalmente, por eso cuando siento las ganas de vomitar sólo lo hago en el piso y sobre mis zapatos.

— ¿Trix? —Su voz es lejana y suave, — ¿Trix?

Algo va mal y eso hace despertar a mi instinto de supervivencia, me tiro al piso ante la imposibilidad de poder levantarme y comienzo a arrastrarme hacia la puerta siguiendo la voz de duendecillo de Hannah.

»— ¿Trix estás ahí? — Gateo por momentos, me caigo y me levanto, así por todo el camino, — ¿Estás bien? —Las piernas me fallan a un par de metros de alcanzar la puerta y ya no puedo volver a levantarme, — ¿Quieres que entre?

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora