Las lecciones uno y dos son prueba superada, no con la nota más alta, pero ¿A quién le importa una calificación cuando lo importante es aprender? Y Zeke aprendió muy bien, ahora besa superrico, pero sin perder ese toque lento, tímido y torpe que son su sello personal.
Cuando nos besamos siempre estoy al mando de la situación, él sólo obedece y me da lo que quiero, es bastante sumiso y eso me vuelve loca. Mientras nuestras bocas no dejan de tocarse, lamerse y morderse mis manos al mando de las suyas lo hacen explorarme sin ningún tipo de pudor, y de nuevo, eso me gusta, me encanta cómo se siente mi cuerpo bajo el toque delicado de sus manos. A él también le gusta, esos ruiditos que escapan de su boca son una prueba incontrovertible de que besarnos y explorarnos le gusta tanto como a mí.
—Z, ya puedes pasar. — Nos apartamos bruscamente al escuchar la voz de su amiga—. Lo siento, chicos, no quería interrumpir.
Disimuladamente me paso los dedos por la boca limpiando un poquito el desastre, de soslayo lo miro a él y noto como mi labial rosa está no solo manchándole los labios sino también la barbilla y bajo la nariz.
—Iremos en un momento, gracias.
La chica llena de piercings y tatuajes nos deja solos nuevamente en la sala de espera de la tienda, aprovecho para sacar un pañito húmedo de mi cartera y limpiarme.
—Más tarde seguimos con eso, — paso el pañito por sus labios, — hoy es un buen día para poner en práctica lo aprendido.
— También para aprender más.
Lo miro llena de sorpresa, alguien parece estar sediento de conocimiento.
— ¿Más? —Asiente, — ¿Qué es más para ti?
La forma en que me mira, Dios, es demasiado difícil de ponerlo en palabras. Está ese brillo de adoración que siempre ha tenido al verme, también está esa timidez y esa inocencia propia de él, pero aunado a eso hay intensidad, hay deseo y unas ganas infinitas de mí.
—Lo que sea que quieras enseñarme, — se sonroja, — quiero aprender todo contigo.
«No me des ideas, no juegues con algo que luego ninguno de los dos va a poder controlar»
—Bien, déjame ver qué más tenemos en el pensum. — Le guiño.
Arrojo el pañito a la cesta y pretendo ir hacia la misma dirección que fue su amiga, pero antes de que me vaya me toma de la mano y se encarga de guiarme al interior de la tienda de tatuajes. Esta no es la clase de cita que tenía en mente, siendo él pensé que iríamos al cine, a comer o al parque donde hacen competencias de skate los fines de semana, pero en lugar de eso acabamos en una pequeña tienda de tatuajes y piercings en el centro.
— ¡Z! — Un chico igual de tatuado y lleno de perforaciones que la chica de la entrada lo saluda con un abrazo, — debes verlo, quedó mejor de lo que pediste.
No sabía que tenía esa clase de amigos, tanto él como ella son mayores, deben rondar los treinta y distan mucho de las amistades que tiene en el barrio o en la escuela, en particular de Jonah Reed. Hay muchas cosas que desconozco de la vida de Zeke, por no decir todas, porque obvio tiene una vida más allá de andar en patineta, trabajar en el negocio familiar y botar la baba por mí.
—Seguro que sí. — Tira suavemente de mi mano—. Ella es Pinky.
—Bea. — Corrijo. — Es Bea.
— ¡¿Pinky?! —Ok, Pinky será, da igual, — ¿La famosa Pinky?
Miro a mi cita en silencio pidiendo una explicación a eso.
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Teen FictionBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.