CUATRO AÑOS DESPUÉS
Refunfuño entre sueños ante el intenso sonido de la alarma por la constante llegada de mensajes a mi buzón. Busco refugio bajo las almohadas, pero ni así logro aislarme lo suficiente como para olvidar que ese mugroso aparato existe y que domina mi vida. Me saco la almohada de la cabeza y de golpe abro los ojos. Mala idea, malísima.
Vagos recuerdos de la noche anterior llegan a mi dolorido cerebro. Yo cantando a los gritos las canciones de Shakira en el karaoke, yo bebiendo shot tras shot de vodka por cada pregunta mal intencionada de Ashley en el «Yo nunca» versión despedida de soltera, ese show de strippers vestidos como bomberos que contrataron Lee y Joyce para la futura novia, yo bailando en medio de esos sexys chicos ligeros de ropa, Nia y yo saltando a la piscina en plena madrugada, Rebecca pasada de tragos coqueteando con el repartidor de pizza, todas llorando como magdalenas porque al fin llegó el momento en que una de nosotras, la primera, camine al altar y se eche la soga al cuello.
No hay mentira ni exageración alguna en el hecho de que no tengo ni remota idea de cómo fue que volví a mi casa. Voy a necesitar un tarro de aspirinas completo y toda el agua potable de Dickinson para sobrevivir a este día. Me estiro hacia la mesita de noche para alcanzar el teléfono, en el proceso aprovecho para echarle un vistazo a ese vestido que vino conmigo desde la ciudad y que ha estado colgado de la puerta del closet por casi una semana para no mancharse y para escapar de las garras destructoras de Tesla. El celular suena de nuevo y en medio de mi trance post despedida de soltera lo tomo para revisar los mensajes, que por supuesto no pueden provenir de nadie más que no sea mi mamá.
Me levanto con cuidado de no despertar a mi hija gatuna que siempre duerme pegada a mí ni a Becky que se encuentra del otro lado de la cama tumbada bocarriba con la boca abierta y usando la misma ropa que llevaba ayer, tampoco a Lee y a Joyce que están dormidas en un colchón inflable junto a la cama. En instantes como este es que me arrepiento de no haberle dado llaves del departamento a mi mamá, recapacito de inmediato al recordar que amo mi independencia y que Ángela puede ser un poquito invasiva a ratos. Abro la puerta y Cassie entra corriendo como loca a buscar a mi gata, luego la sigue mi abuela y por último la patrona.
—Llevo una hora escribiéndote, Beatrice. Una hora. — Reclama—. Tu falta de responsabilidad nos tiene corriendo contra el tiempo.
— ¿Podemos discutir esto después del desayuno? — Propongo, — luego soy toda tuya, lo prometo.
Suspira molesta y entra en mi piso pregonando lo irresponsable que soy por irme de fiesta la noche anterior al magno evento, pero al tiempo yendo hacia la cocina para acolitar mi irresponsabilidad. Cierro de nuevo y voy tras ella, en el camino me detengo frente a esa mesita en la sala llena de portarretratos, tomo uno de los más grandes que me muestra a mi prometido en su uniforme junto a la bandera de los Estados Unidos.
»—Buenos días, guapo. — Beso el cristal que cubre la foto y vuelvo a colocarla en su lugar junto a la de nuestra gata, porque obviamente tenemos su foto a la vista de todo el mundo porque ella, nuestra bola de pelos naranjas, es parte fundamental de esta familia—. Primero lo primero, ma, necesitamos café y mucho.
El café de mi mamá y el desayuno de mi abuela me traen de regreso a la vida y son el combustible que necesito para hacerle frente a este caótico día que ha tomado tanto esfuerzo organizar en tan poco tiempo. Entre los últimos exámenes de la universidad para poderme graduar, el trabajo como mesera, planear una boda religiosa, la constante ida y vuelta entre la ciudad en la que estudio y Dickinson para supervisar todo en el proyecto que tenemos con mi mamá y la mudanza, estoy viva de milagro, esa es la única explicación, ah, y mucho, pero mucho, café y donas.
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Teen FictionBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.