— ¿En dónde es la función? — Me sobresalto y echo a perder el delineado, — ¿Puedo ir? Siempre me ha encantado ir al circo, amo los payasos.
Esto no va a funcionar, no hay manera en que funcione. Miro a través del espejo al intruso parado en el umbral de la puerta comiéndose una manzana y con esa sonrisita odiosa en la cara.
»— ¿Por qué la obsesión de las mujeres con el maquillaje? — No respondo y continúo maquillándome—. Es una pregunta seria, quiero saberlo.
¿Por qué no lo dejaron unos días más en ese campamento? La casa estaba tan tranquila sin él, ya hasta me estaba empezando a sentir bien aquí, me estaba haciendo a la idea de sentirla como mi hogar, pero llegó Wyatt y se acabó la magia. Los hombres lo joden todo siempre. Fin.
—Porque nos gusta y punto.
Termino el delineado y paso al rímel. Tengo una cita con todas esas cajas por desempacar aún y con el desorden en mi habitación, pero como dice mi mamá: regia ante todo, así el mundo se te esté cayendo.
—Me parece una pérdida de tiempo. — ¿Qué karma estoy pagando al tenerlo de vecino? Literalmente su puerta y mi puerta están una al lado de la otra—. La mayoría de las veces ni siquiera nos fijamos en eso, sólo queremos estar con esa chica y...
— ¿Y a ti quién te dijo que nos maquillamos para ustedes? — Me doy vuelta a enfrentarlo, — nos maquillamos porque nos gusta, porque queremos y porque podemos, no para obtener la aprobación de un hombre.
Cambia de posición ahora apoyando la espalda contra la puerta y le da otra mordida a la manzana. Wyatt es como un barril sin fondo, jamás se llena, almorzamos hace menos de una hora y él ya estuvo visitando el refrigerador buscando algo para comer.
— Te estuve analizando, ¿sabes cuál es tu problema? — Habla con la boca llena, — eres muy ruda. Siempre estas con los puños en alto y lista para atacar.
— ¿Sabes cuál es tu problema? — Lo imito—: creerte relevante. Mejor ni te digo lo que hago con tu opinión.
Me regreso al espejo para continuar con lo que estaba haciendo antes de que Goliat se apareciera a interrumpirme; ah, pero cuando Brad le pidió que me ayudara a organizar, ahí si se esfumó y se olvidó de mi existencia, ahí ya no fue divertido molestarme.
— ¿Cómo es que de alguien tan agradable y amable como Angie saliste tú? —Ignóralo, Bea, sólo ignóralo, — ¿Estas segura que no te cambiaron de familia en el hospital?
Tres días. Sólo llevo tres días de vivir bajo el mismo techo que él y ya quiero matarlo.
—Vete a la mierda.
—No, allá no, allá se come muy mal. — Me río, el idiota es gracioso cuando quiere—. ¿Sabías que esta habitación solía ser mi cuarto de juegos? — por el espejo lo veo paseándose entre las cajas, — aquí tuve mi primera vez con una chica.
— ¡Iugh! ¡No me cuentes tus cochinadas, ahora voy a tener pesadillas!
Me olvido por completo del maquillaje y me dedico mejor a ver a esa lotería que me gané sin comprarla. Nunca quise tener hermanos, la vida como hija única es solitaria y a ratos aburrida, pero tener compañía jamás fue una necesidad, no porque no me gustara la idea, sino porque no quería a nadie más viviendo esa vida tan inestable y llena de turbulencias; pero ahora, a estas alturas de la vida, me gané uno, y no cualquiera, claro que no, me lo gané a él. Wyatt Ross.
—Molestarte es divertido. — Le enseño el dedo medio y le causa risa—. Ya estás aquí y nada va a cambiarlo, es más fácil para todos si intentamos llevarnos bien. Quizás no como hermanos, pero al menos si como amigos ¿No crees?
ESTÁS LEYENDO
El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
JugendliteraturBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.