43. Asuntos de Chicas

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— ¿Qué están haciendo aquí?

Si no lo veo, no lo creo.

Ashley Lynn Donovan trabajando como mesera en Rainbow. En un lugar que decía no gustarle, usando el característico pañuelo arcoíris del uniforme atado al cuello y coexistiendo en un mismo ambiente con Allen.

¡Paren todo que el mundo se va a acabar!

—Vinimos a disculparnos. — Lee le hace entrega de la caja de bombones que compramos de camino aquí—. Perdón, fuimos unas idiotas, egoístas e insensibles contigo, estamos conscientes de que trabajaste muy duro para planear esa noche de chicas y te fallamos.

—Pero estamos muy arrepentidas por eso. —Añado—. ¿Nos perdonas?

Esos ojos azules enmarcados en delineador del mismo color pasan de Lee a mí y luego a Nia. Las tres la cagamos horrible con ella, sí, cada una tenía sus asuntos y blablablá, pero al menos pudimos llamarla para avisarle que no iríamos, en mi caso en particular tomé una siesta de quince minutos y me desperté diez horas después. Imperdonable e injustificable.

—Estamos arrepentidas. — La castaña a mi lado habla—. Personalmente lo siento un montón, Ash, no te avisé porque Bowie arrojó mi teléfono al sanitario y apenas hace unos días lo mandé a reparar; pero más allá de eso también debes entender que los tiempos cambian y las personas también, que la vida ya no es como cuando teníamos catorce años y cero responsabilidades. — Lee y yo la miramos para que se cierre la boca—. Estamos muy arrepentidas, por favor acepta nuestra disculpa. 

De las cinco Nia es la más madura y directa de todas, a veces demasiado, eso quizás se deba al entorno en que creció y a todo lo que ha tenido que vivir, pero eso no quita que a veces sea un poquito insensible al momento de decir las cosas.

—Lo que sea. — Acepta los bombones de mala gana—. ¿Qué van a ordenar? Estoy en mi semana de prueba y no quiero echarlo a perder.

Ok, quiero creer que eso es un «pasado pisado».

—No sé, yo quiero como una hamburguesa. — Tomo una de las tablas del menú y comienzo a estudiarla—. Me sabe la boca a papitas fritas y a malteada de fresa también... ¡Oh, y quiero el postre especial de la casa!

Bajo el menú y las tres están viéndome fijamente, especialmente Nia que me mira igual que me mira mi mamá cuando sospecha que estoy metida en líos.

—Por andar comiendo esas porquerías es que luego te desmayas. — Ash apunta mi pedido—. Ya estas igual que mi hermano, el otro día lo encontré a mitad de la noche asando malvaviscos en la estufa.

Ay, malvaviscos asados... los quiero y necesito con urgencia.

—Yo quiero lo mismo que pidió Bee, pero con una cerveza. — Lee rompe el silencio—. ¿Y tú?

—Para mí solo un Red Bull.

Nia sobrevive a base de bebidas energéticas y café, es preocupante, pero entendible, por fortuna con SuperMadden cerca ahora podrá alimentarse mejor porque él cuida de ella y de Bowie con mucha dedicación.

Ash termina de tomar el pedido y se marcha, a lo lejos diviso a Miles yendo a toda velocidad hacia ella para atenderla primero que al resto de meseros mientras que en el escenario Allen no hace más que mirarlos y desaprobar por completo la nueva contratación. Situación más interesante la que se está viviendo aquí, me da curiosidad saber qué están haciendo este par de humanos para cohabitar en un espacio cerrado sin agarrarse de los pelos y sacarse los ojos.

— ¿Cómo creen que le esté yendo a Becky? — Suspiro—. Sólo espero que el idiota de Isaac se comporte a la altura de la situación, ella se merece vivir algo memorable.

El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora