DOS MESES DESPUÉS
— ¿Llevas todo, Beatrice? —Me pregunta por quinta vez, — No quiero que luego me estés llamando para decirme que dejaste la mitad de las cosas porque llevo días diciéndote que prepares todo, yo no voy a salir corriendo a llevarte nada, ni voy a andar revoleteando por ahí buscando en tu desorden algo que es tu responsabilidad tener preparado.
Niego en silencio mientras termino de maquillarme. Me ha hecho la misma pregunta un montón de veces y la misma cantidad de veces le he respondido que tengo todo bajo control, pero a ella le sigue costando hacerse a la idea que su hija mayor es una adulta funcional que puede encargarse de sus cosas y asumir el control de su vida.
—Llevo todo, ma, relájate, prometo que no voy a llamarte para que me lleves nada.
—No me pidas que me relaje cuando se trata de algo tan importante como esto, es que yo debería ir contigo para cerciorarme que todo salga bien, para asegurarme que te portes bien y hagas caso de lo que te dicen.
—No. — Me giro en automático hacia ella—. Es mi asunto y acordamos que yo me haría cargo, si necesito ayuda te la voy a pedir, pero mientras tanto yo lo resuelvo.
Me da ese ceño fruncido que significa «bájale a ese tonito porque no me está gustando nada como me hablas, niña» y que pasa rápidamente a ser reemplazado por una clara expresión de preocupación, de zozobra por lo que está por venir para mí.
—No estoy convencida de esto, Beatrice, no me gusta nada la idea de que andes por ahí sola, al menos déjame llevarte.
Bueno, yo tampoco es que esté saltando de alegría por estar de nuevo en el pueblo, pero es lo que hay y no puedo poner mi vida en pausa por miedo, el miedo no me va a hacer su presa, me niego a vivir aterrada el resto de mi vida, si tengo que encontrarme con Cameron, su familia o sus amigos, lo voy a hacer y punto, tengo tanto derecho como ellos a vivir en este lugar y a respirar el mismo aire.
—Entiendo tu preocupación, mami, — coloco las manos en sus hombros, — pero tengo que hacer esto, ustedes no pueden estar tras de mí el resto de la vida. Confía en mí ¿Sí? Sé que esto es lo mejor para mí y estoy segura de lo que voy a hacer.
Le doy un beso en la frente y luego otro a su pancita para despedirme de mi hermanita, lanzo un grito para despedirme de mi abuela y salgo de la casa para ir a encontrarme con la abogada que va a representarme en el juicio. Han pasado más de tres meses desde que Cameron me atacó, y gracias al cielo, y la tenacidad de mi abogada, el proceso no se ha quedado estancado y ha tenido algo de celeridad, eso no garantiza que ese imbécil vaya a ir a prisión, pero al menos me quedará la satisfacción de haberlo intentado todo, así esto sea un David contra Goliat, porque los Sinclair están haciendo de todo para desestimar mi causa, y cuando digo todo, es todo.
Me toma quince minutos llegar a ese café en el centro del pueblo en el que me citó la abogada. Aún no he tenido la posibilidad de conocerla, todo este tiempo ha estado entendiéndose es con mi mamá, pero hace unos días y luego de una charla con mi psiquiatra, y otra con Marina y su grupo de amigas, me di cuenta que tenía que dejar de esconderme tras mi familia, dejar de huir. Amé mi tiempo en casa de Marina y me la pasé increíble con ella, pero mi vida está aquí en Dickinson y tengo que hacerle frente a mi nueva realidad; para algunas personas seré «La chica que Cameron Sinclair abusó» y para otros «La bruja que busca arruinar la vida del gran Cameron Sinclair con mentiras», los señalamientos van a estar ahí y se escapa de mi control lo que los demás piensen. Tengo dos opciones: vivir con miedo o dar la batalla, decidí hacer lo segundo y andar con la frente bien en alto porque nada de lo que pasó fue mi culpa, no tengo nada de qué avergonzarme.
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El club de las niñas mal: Bea Libro I 🩷 [TERMINADA]
Ficção AdolescenteBeatrice Ramírez es sinónimo de caos. Problemática, impulsiva, rebelde e ingobernable. Son muchas las opiniones sobre Bea, pero todas coinciden en algo: Bea es una niña mal.