pucheros |taekook omegaverse|

#16.

🍃Usualmente actualizo dos veces seguidas. Asegúrate de estar leyendo la parte correcta.🍃

Yo: estoy aquí, hyunggg

Tae: mi papá te abrirá la puerta

Toco la puerta principal de su casa, donde aparece el hombre en segundos.

—¡Hola, señor Kim!

El señor sonríe. Luce muy bien.

—Hola, Jungkook. Pasa, pasa. —se hace a un lado para que pueda entrar al interior de su casa. —Taehyung está en su habitación, puedes pasar. Pasillo derecho, primera puerta.

—Muchas gracias. —reverencio.

Subo las escaleras en silencio. No se si sea mi loca intuición, pero siento que el Alfa tiene los ojos apoyados en mi nuca.

¿Como me ha dejado pasar a la habitación de su hijo tan fácilmente si soy Omega?

Como sea.

—¡Abre! —exclamo con entusiasmo una vez que me paro fuera de la puerta de Tae.

Él aparece asomando su cabeza. Me observa de arriba abajo y después sonríe levemente.

—Necesito que me ayudes a elegir una chaqueta. —dice y me hace un gesto para entrar a su cueva.

Un puchero automático se instala en mis labios. Cierro la puerta a mis espaldas. Ni siquiera me tomo el tiempo de fisgonear su habitación.

—No me has dicho que me veo lindo.

El Alfa vuelve a mirarme de arriba abajo.

—Te ves lindo.

Ruedo los ojos, —Buaj, ya no quiero tu alago.

Observo a Taehyung, quien va vestido complemente de negro: Jeans, camisa de cuello V, y botas.

Tiene el cabello despeinado, y sospecho que es apropósito porque se ve bien.

Nuestros atuendos serían parecidos si en cambio yo no estuviese usando una camisa blanca con letras estampadas.

—¿Chaqueta azul o roja? —sostiene una en cada mano.

—Mídetelas y te digo. —menciono mientras me siento en su cama con toda la comodidad del mundo.

El Alfa se pone la primera. Alzo mi dedo índice y le indico que de una vuelta, la cual hace de una manera rígida.

Luego se pone la azul.

—¿Entonces?

—Se te ve mejor la de color rojo. —sonrío observando la restante. —Y a mi se me vería bien la azul.

—No te va a quedar. —advierte sonriendo.

—¡Claro que si! —se la arrebato de las manos.

Paso las largas mangas por mis brazos, colocando la prenda en mi cuerpo.

Oh.

—Bueno, si me queda un poquitín grande, pero se ve bien.

—Lo qué tú digas. —alza sus manos y sus cejas. —Vámonos porque se nos hace tarde.

Doy brincos hasta llegar hacia la puerta.

¡Estoy emocionado!