pucheros |taekook omegaverse|

#80.

🍃5/10🍃

—Está helado. —Tae se queja, echando la cabeza hacia atrás.

Gruño.

—¡Quédate quieto, hyung! —lo sostengo de la nuca para acercarlo a mi. —Eres molesto.

—Tu más.

—¡No, tú!

Es que no se deja poner la mascarilla natural que he creado (que vi en las redes sociales). Se echa hacia atrás como si le estuviese haciendo daño, ¡esto es para su bien! ¡Para que tenga un cutis humectado!

—Hey, me estás ensuciando el pelo.

—Pues es que te mueves mucho, ¿acaso tienes lombrices? —ruedo los ojos.

Le encanta hacerme enojar, lo sé por la sonrisa de malicia que lleva en los labios.

Ha estado muy juguetón desde que llegó a casa. Después de decirle que prepararía una mascarilla natural para ambos él cedió. Al principio me sentí un poco ¿afligido? No, esa no es la palabra...

Es solo que me sentí nervioso al tenerlo tan cerca de mi rostro. Cierta tensión no tardó en envolver el ambiente, donde ambos nos encontrábamos a centímetros de distancia; nada más.

Capturé sus ojos observando mis labios en más de una ocasión.

Yo hice lo mismo.

La tensión se aligeraba cada vez que él se quejaba de lo helada que estaba la mezcla o cuando decía que le dolía el cuello.

Como justo ahora.

Taehyung se vuelve a mover abruptamente hacia atrás, esta vez, provocando que la mezcla de plátano con miel se me escurra hasta el muslo.

Ambos observamos mi piel embarrada en silencio. Estoy apunto de estallar.

—Yah, no te enojes. —dice mi mejor amigo, en voz bajita.

Tiene la audacia de pasar la palma de la mano encima de mi muslo con la intención de "limpiar" la zona, pero solo termina embarrando más piel.

—¡Taehyung! —me quejo.

—Tal vez tu muslo necesita humectación. —se ríe.

—Tal vez tu necesitas un coscorrón.

Entonces se lleva el dedo índice a la boca y lo chupa, saboreando la mezcla.

Sonríe, —Está rico. ¿Quieres?

—¡No! —esta vez soy yo quién echa la cabeza hacia atrás, porque Taehyung mueve su mano en la dirección a mi rostro. —Quédate quieto.

No cede.

Empuja sus dedos sobre mis labios e impulsivamente le muerdo la yema del dedo medio. Fuerte.

—¡Hey! —rápidamente aleja la mano de mi rostro. —Me dolió, mira, estoy sangrando.

Ruedo los ojos.

—Mentiroso.

—Se me va a caer el dedo.

—Tienes nueve más, no te hará mucha falta.

El Alfa no dice nada, de hecho, por fin se queda quieto. Le termino de poner la mascarilla en la frente, su rostro al fin cubierto por completo de la mezcla.

Me levanto del sofá para lavarme el muslo mientras siento la mirada de mi mejor amigo sobre mi espalda.

—¿Adónde vas? Ahora yo te pondré la mascarilla. —dice en un tono casi infantil.