pucheros |taekook omegaverse|

#89.

🍃4/6 🍃
VOTEN X DIOS

Ya no logro escuchar los diálogos de la película, lo único que retumba en mis oídos son los fuertes latidos de mi corazón.

Estamos pecho a pecho e incluso... puedo sentir rítmicamente los suyos contra los míos.

Y no digo "en contra" como si fuese una especie de batalla, sino, casi apoyados el uno con el otro; como si quisieran tocarse y conocerse.

La mirada de Taehyung está puesta sobre mis labios, aun sus grandes mandos sosteniendo mis mejillas con gentileza pura.

Trago saliva.

—No traes puesto gloss. —susurra.

Gran observación.

—Acabamos de comer, Tae. —no sé porqué, pero también susurro.

El Alfa alza la mirada hacia mis ojos y solo emite un inconforme:

—Mmh.

—¿Qué? ¿Quieres que me ponga?

El sonríe, y ah, que atractivo.

¡Joder! ¡Tengo calor!

—Si. —vuelve a mirarme los labios.

Con malicia digo: —Solo si me dejas ponerte también.

La sonrisa se le borra.

—No lo creo.

—Qué aburrido eres. —hago un puchero con toda la intención de manipularlo. —Anda.

Alza las cejas y se pasa la lengua entre los labios.

—¿Me vas a dejar besarte?

Creo que se me ha bajado la presión.

Siento un terrible calor recorrerme por todo el cuerpo, que la idea de que alguien me eche un bote de agua fría encima no me parece tan mal.

Me levanto abruptamente de su cuerpo, en el proceso, enterrándole una mano en las costillas para impulsarme. Me quedo de pie, frente al sofá, congelado ante su pregunta/propuesta.

¡¡¡Qué calor!!!

—Tae... —balbuceo, completamente avergonzado.

El me observa seriamente aún acostado en el sofá y sobándose las costillas.

El contacto visual es tan intenso que el corazón me late más fuerte que antes.

Parpadeo, y cuando menos lo espero, el Alfa ya está de pie frente a mi; sobrepasándome con su altura al punto que comienzo a retroceder

Mi espalda no tarda en tocar la pared, y finalmente quedo acorralado contra su cuerpo.

Sus feromonas están tan presentes que me siento mareado del gusto. Se ve tan guapo, y estamos tan cerca que estoy apunto de caer en la tentación de que nos besemos de una vez por todas.