pucheros |taekook omegaverse|

#48.

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¿Verdad que no es raro que estemos haciendo cucharita?

Bueno, mini cucharita.

Me encuentro detrás de su cuerpo, siendo aplastado sobre el mismo y contra el respaldo del sofá. Mantengo mi mentón sobre su hombro dónde apenas alcanzo ver la película.

El corazón me late con fuerza y realmente le rezaría a la luna que me hiciera el favor de que el Alfa no lo notara.

Taehyung huele demasiado bien, tanto que no logro concentrarme en la maldita pantalla. Su cuello está demasiado cerca de mi, su fuente de olor casi rozando mis narices; y también las hebras de su cabello tocan mi frente las cuales también tienen un ligero aroma, en este caso a champú.

Su cuerpo irradia su distintivo calor corporal, el que puedo percibir muy bien cuando nos abrazamos.

Nosotros jamás habíamos hecho algo así. Quiero decir, somos amigos desde apenas tres meses, pero nunca nos habíamos acurrucado así.

No me estoy quejando, de hecho, me siento bastante cómodo hasta el punto de sentir algo de sueño.

Involuntariamente mis ojos se cierran dejándome guiar por la paz que mi cuerpo ahora goza. Mi corazón ya no está latiendo aceleradamente tampoco. Me siento bastante bien.

Cuando estoy apunto de caer en los brazos de Morfeo reparo un pellizco en la piel de uno de mis muslos.

—No te duermas, Kook.

Hago un puchero de molestia, —Me dolió... Y no me estaba durmiendo.

—Casi te pones a roncar.

Ruedo los ojos.

—Yo no ronco. Estás alucinando. —alzo mi cabeza para ver mi piel rojiza. —Pellizcaste muy fuerte.

—Yah, lo siento. —dice, y como si no fuese nada, agarra mi muslo y lo pone por encima de su cadera. —Solo no te quedes dormido.

De mi garganta no alcanza a salir absolutamente. El Alfa me acaricia la piel con sus largos dedos mientras vuelve su vista a la película.

Santa luna.

De repente tengo muchísimo calor.

Creo que no es buena idea esto... Mi lobo hormonal es traicionero.

—Y-ya, ya no me duele. —quito su mano de mi muslo con rapidez.

Estoy muy sonrojado, agradezco que me esté dando la espalda.

—Pero si te vuelves a dormir, lo volveré a hacer. —advierte con voz ronca.

—Y yo te empujo fuera del sofá.

Estamos apunto de comenzar una ridícula discusión dónde el me amenaza con hacerme algo y dónde yo le reprendo con otra cosa peor.

Pero alguien toca la puerta de la casa.