pucheros |taekook omegaverse|

#01

—Hola, hyung.

Noto como el cuerpo del Alfa se tensa un poco al reconocer mi voz. Veo el perfil de su rostro, y no puedo creer que un Alfa tan guapo como él esté soltero.

Su nariz tiene un puente alto, una curvatura prominente que encaja a la perfección con sus otros atributos, los cuales puedo llegar a apreciar una vez que gira su rostro hacia el mío.

Sus cejas son gruesas, muy pobladas, casi escondidas por su copete oscuro. Me gusta la hermosa diferencia de que uno de sus ojos tiene doble párpado y el otro no.

Si no fuera porque está apretando sus labios podría analizarlos.

—¿Jungkook? —su voz gruesa me hace sonreír.

—Me alegra que sepas mi nombre. —digo, y el parpadea repetidamente cuando me siento a su lado.

Muy cerca, tanto que nuestros muslos rozan. Veo como su manzana de Adán sube y baja mientras traga saliva.

Es un asustadizo.

—Obvio que lo sé. Compartimos un par de clases. —murmura evitando cualquier contacto visual conmigo.

—¡Lo sé! Todos estos meses y no sé porqué no somos amigos, hyung. —suelto, chasqueando la lengua. —¿No quieres que seamos amigos?

Parece que le digo una broma, porque me voltea a ver como si le estuviese contando algo tonto.

Sus cejas se juntan, y su ceño se frunce. Pensaría que es tierno si al menos su voz no fuese tan gruesa.

—¿Amigos?

Asiento con la cabeza, —Si, ¿te parece raro?

Desvía la mirada nuevamente, y le veo pasar la lengua entre sus labios para humedecerlos.

—Pues la verdad...si. —suelta en voz baja. —No entiendo porqué querrías tu ser mi amigo.

Sonrío con encanto.

—¿Por qué? ¿Acaso quieres que seamos algo más que amigos?

Se escandaliza. Sus orejas se enrojecen y vuelve a tragar saliva ruidosamente.

—¿Q-qué? —la voz le sale ahogada.

Suelto una risilla, mirándole con cierta fascinación.

—Estoy jugando, bobo hyung. —le doy un pequeño empuje con mi hombro, pero ni siquiera logro que se mueva un centímetro. —Solo que si quiero que seamos amigos.

Taehyung me observa durante unos segundos que por alguna razón, logran ponerme nervioso.

Su mirada es profunda, casi pesada.

—Está bien.

Sonrío satisfecho, —¡Estoy feliz!