pucheros |taekook omegaverse|

#95.

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Tae finalmente estaciona el auto fuera de mi casa y apaga el motor.

No estoy listo para decirle adiós, no importa si mañana volveré a verlo. Estoy sonando dramático, lo sé, pero hoy es de esos días en los que despedirme de Tae me cuesta. Cada vez siento la necesidad de evitar su ausencia.

Mi lobo interior se está mimando mucho con él. Mucho más ahora que sé que está dispuesto a cortejarnos —mi parte humana y lobuna—.

Me quedé sin habla cuando lo dijo. No pude responder, solo me sonrojé como un maldito tomate.

Al menos Taehyung pareció satisfecho con mi reacción.

—¿Sigues enojado porque no podré quedarme hoy? —su voz me saca de mis pensamientos.

Lo observo, y un inconsciente suspiro se me escapa.

Luce irresistiblemente guapo.

El cabello ondulado cae desordenado sobre su frente. Tiene los ojos fijos en mí y los labios entreabiertos.

—No estoy enojado. —respondo, arrugando la nariz. —Solo un poquito triste. Pero tienes razón, mañana estaremos juntos así que no pasa nada.

El sonríe.

—¿Te divertiste hoy? —asiento con la cabeza. Se me queda viendo en silencio un rato hasta que:—¿Esto cuenta como tercer cita?

Me paso la lengua entre los labios.

—No lo sé, ¿tú que piensas? —alzo las cejas, inclinándome en su dirección. —¿Mañana será la cuarta?

Ambos nos observamos a los ojos, repentinamente tensión flotando en el aire.

Estar cerca de él se está volviendo una tortura tentación. Sobre todo ahora que conozco la sensación de sus labios contra los míos.

Me encanta la combinación de su perfume con el de su aroma natural. Es tan masculino. Me dan ganas de enterrar la nariz en su pecho.

Ahora que observo su rostro con suma atención, me es fácil señalar lo mucho que ha cambiado en tan solo unos meses. Sus facciones se están endureciendo y su mandíbula luce más marcada que antes.

Sin previo aviso, alzo mi mano derecha hasta posarla en una de sus mejillas. Mis dedos rozan el ángulo de su mandíbula en un tacto tímido; todo esto sin romper el contacto visual.

—¿Qué haces? —pregunta, su voz gruesa acariciando mis oídos.

Ni siquiera me he dado cuenta que estamos muy cerca. Un par de centímetros y ya está, nos besamos.

Yah! Me está volviendo loco.

Batallo por evitarlo, pero mi vista cae sobre sus labios por milésima vez en el día.

Inconscientemente me paso la lengua entre los míos, el sabor a gloss a cereza permaneciendo en mi lengua tras hacerlo. Incluso olvidé que traía puesto.

Una tonta idea me pasa por la cabeza... y no lo sobre pienso, porque lo único que gano de ello es auto-sabotearme.

Mi mano viaja hasta por detrás de su cabeza, sosteniéndolo desde ahí antes de alzar mis labios como un patito y pegarlos sobre los suyos.

Taehyung no se mueve ningún centímetro, lo cual me hace saber automáticamente que desea esto.

Aunque no termina siendo un beso, en realidad.

Básicamente soy yo embarrando sus labios con mi gloss. Meneo la cabeza hacia los lados, sintiendo la extensión y suavidad de los suyos que, hasta un suspiro se me escapa.

Nos embarramos hasta las mejillas.

Tae se ríe en el proceso, y a mi se me contagia.

El hecho de reírnos contra los labios del otro me provoca una oleada de calor al cuerpo, al corazón. Se siente hermoso.

Nos separo, haciéndome hacia atrás para observar la imagen de él con el gloss embarrado por toda la boca. Otra oleada de calor recorre mi cuerpo cuando me doy cuenta de la forma en la que me está observando; con los ojos oscurecidos y dilatados.

—Te he puesto gloss porque te hacía falta color en el rostro. —me sorprendo a mi mismo soltando una risa nerviosa.

Tae tuerce una sonrisa, —¿Ah, si?

El tono de voz juguetón que utiliza acelera mi corazón.

—Uhm... sí. —ahora estoy nervioso. Su maldita mirada me está poniendo así, y es que nunca la había presenciado. Me siento fácilmente intimidado. Es hora de huir. —Gracias por la tarde de hoy, Tae. ¡Adiós!

No espero a que responda para salirme de su auto en un brinco. Camino hasta la puerta de mi casa con rapidez, sin tener ganas de mirar hacia atrás.

Pero para mí sorpresa, cuando estoy buscando las llaves para abrir la puerta, escucho la del auto cerrarse seguido de unos pasos acercándose a mi.

Luna, ten piedad de mi.