"EL DIABLO"

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-Eres... eres... ¡Satanás! 

El diablo movió la mano restándole importancia mientras agarraba su vaso de whisky de encima de la barra del bar donde estaban con una sonrisa divertida en el rostro.

-¡Vamos! Pensé que eso ya lo habíamos superado, y por favor llámame Lucifer, es más moderno

Anne rodó los ojos antes de fijar la vista en el contenido de su vaso. Desde que los Winchester la rescataron del infierno y le devolvieron su alma, digamos que han sucedido... cosas. 

Dentro de esas "cosas" se encuentra el hecho de que ella es la única que puede ver y oír al diablo hablando dentro de su cabeza, cosa por la que por cierto, llevaba teniendo unos dolores de cabeza punzantes durante toda la semana.

-Está ahí de nuevo ¿Verdad? -preguntó Dean mientras dejaba el vaso con un sonoro golpe encima de la barra-

-Si pero al menos estoy logrando controlarlo, cada vez me deja más en paz

Sam apuró el contenido de su vaso y le hizo una señal al camarero para que le sirviera otra copa de lo mismo. 

-Y ¿Cómo se contiene al diablo?

-No se puedeeee -susurró Lucifer en su oído- 

-¡Cállate! -le espetó ella, cansada de sus continuos comentarios sarcásticos- 

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-¡Cállate! -le espetó ella, cansada de sus continuos comentarios sarcásticos- 

Después miró a Sam y bebió de su vaso de nuevo.

-No era para ti estaba hablando con él

Sam esbozó una sonrisa comprensiva mientras miraba a Dean el cuál acaba de ver entrar en el bar a nuestro siguiente objetivo : el dios Osiris. Algunas personas habían parecido muertas en circunstancias extrañas, de ahí que nosotros tuviéramos que intervenir.

-Atentos, no la perdáis de vista  -dijo Dean y Anne no pudo evitar fijar la vista en sus increíbles ojos verdes-

Lucifer a su lado, como no, aprovechó para soltar uno de sus comentarios

-Te mueres por besarlo, quieres tenerlo todo par ti solita -arqueó las cejas- no te daba yo por alguien celoso

-Es que no lo soy -susurró ella por lo bajo intentando evitar que los hermanos la oyesen- es mi amigo pero no estoy ciega 

El diablo rodó los ojos y con una sonrisilla traviesa, se colocó a su lado mientras observaban al dios. Alto, moreno, pálido y lleno de tatuajes. Anne no se lo habría imaginado así nunca, pero allí estaba.

 Anne no se lo habría imaginado así nunca, pero allí estaba

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