"CHERRY PIE"

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Castiel acaba de entrar en el bunker con las dos tartas en las manos, una de chocolate para Sam y para mi y otra de cereza para Dean.

Lia llevaba un tiempo enamorada de Dean a pesar de que ambos llevaban siendo amigos por un largo período de tiempo, la chica estaba total y completamente pillada por él. Aunque este no parecía darse por aludido.

Por ello, cuando todos se pusieron a comer y Dean metió la cuchara dentro de la tarta y se la llevó a la boca saboreándola se sintió desfallecer. Cruzó las piernas en un intento por disipar el dolor que se había instalado en ellas.  El rubio por su parte, hizo un ruidito de satisfacción que la mente sucia de Lia transformó en otra cosa.

Los ojos verdes del cazador se iluminaron debido al sabor dulce de la tarta que tanto le gustaba. Levantó la mirada hacia Castiel.

-Es la mejor tarta que he probado en mi vida

Castiel se cruzó de brazos reclinándose en la silla

-Tienes suerte, era la única que quedaba 

Dean sonrió satisfecho y siguió comiendo. A los pocos segundos la caja estaba vacía. Se la había terminado entera el solito. Lia metió una cucharada en la boca a la vez que Sam y ambos se derritieron ante el intenso sabor del chocolate. 

El rubio al ya haber terminado, aprovechó para tirar la caja vacía a la basura y empezó a colocar las armas que habían utilizado en su último trabajo encima de la mesa.

Sam, Castiel, Dean y Lia, habían exterminado un nido de vampiros a las afueras de Lebanon, Kansas. Habían salvado a muchas personas las cuáles se mostraron eternamente agradecidos con ellos.

Lia no dejó de mirar a Dean en todo el camino de vuelta. Puede que se estuviera volviendo un poco loca, pero la imagen del rubio sudado y manchado de sangre de vampiro le parecía lo más sexy que había visto en su vida. Más de una vez el rubio la pilló mirándola y ella desviaba la vista hacia la carretera con la esperanza de que no se hubiera dado cuenta.

Pero si que lo había hecho.

El cazador no era tonto. La verdad que era bastante listo para lo que quería, a veces incluso demasiado. Sabía que Lia estaba enamorada de él por una razón muy sencilla.

Porque el también lo estaba de ella.

El rubio dejó las armas sobre la mesa, llenas de sangre y tierra, y cogiendo el trapo blanco que utilizaban para limpiarlas, empezó con su tarea.

Limpió el cañón y toda la empuñadura, después, metió dentro de cada pistola, el tipo de bala correspondiente. Mata brujas, con acónito, trampa para demonios, etc...

Mientras tanto Lia trataba de no fijarse en como las venas de sus brazos se movían bajo su piel cada vez que dejaba caer el cajón de las balas para rellenarlo o en cómo sus dedos se movían con habilidad soltando y atando nudos en torno a las cruces o los grimorios que utilizaban.

Lo intentó de veras, pero no pudo

El efecto era totalmente hipnotizante. Sam se dio cuenta que algo pasaba entre esos dos cuando Lia no despegaba la mirada de su hermano en ningún momento. Fingió que le llamaba Eileen y se alejó para contestar con una sonrisilla en el rostro. Lia maldijo por lo bajo, le miró haciéndole saber que necesitaba refuerzos pero el menor de los Winchester se alejó de todas formas.

No había nadie que pudiera protegerla mejor que la persona que estaba allí con ella.

Excepto que ella no quería que la protegiera en ese momento precisamente. Trató de no pensar en esos brazos en torno a ella abrazándola mientras la besaba de maneras nada éticas.

SUPERNATURAL SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora