"HOLD ME TIGHT"

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Castiel colocó sus dedos sobre la frente del arcángel intentando conseguir algún tipo de respuesta por su parte. 

Después de que Ketch le liberase del infierno, donde Asmodeo le retenía alimentándose de su gracia, el hombre de letras sabía que la mejor opción era llevarle con los Winchester, ya que ellos siempre tenían soluciones para todo.

Cuando Ketch atravesó la puerta del bunker con Gabriel apoyado sobre su hombro con heridas en la cara que parecían bastante dolorosas, Castiel supo que algo no iba bien.

No era normal que el arcángel pudiese recibir esa cantidad de heridas de manera tan visible, ya que su rápido proceso de curación las abría cerrado incluso antes de llegar al bunker.

El ángel retiró los dedos de la frente de Gabriel, que seguía con la mirada perdida, y se giró hacia Sam y Dean que a su vez lo miraban a él a la espera de un diagnóstico.

-Asmodeo ha drenado toda su gracia -agachó la cabeza- puede que lo hayamos perdido

-No puede ser -dijo Sam con un ligero temblor en la voz-

-Lo siento Sam -susurró Cass triste por haber perdido a otro hermano-

-Espera, has dicho que "puede" que lo hayamos perdido no que lo hayamos hecho definitivamente -reflexionó Dean- 

Castiel sonrió y se levantó para darle un suave beso en los labios al cazador

-Te quiero, pero a veces eres de lo más irritante

-Y eso te gusta aún más -sonrió Dean y Cass le devolvió la sonrisa-

-¿Cuál es esa forma? -preguntó Sam inquieto- 

El ángel le miró ladeando la cabeza

-Puedo darle  un poco de mi gracia a ver si funciona 

-Ni de coña -gruñio Dean firme- no podemos arriesgarnos 

-Hay otra manera -dijo el ángel-

-Dime que es mejor que la primera -rezó Sam esperanzado-

-Podemos ir al infierno y robarle a Asmodeo la gracia de Gabriel

-Es un suicidio -dijo Dean para después afirmar- me apunto 

-Yo también -dijo Sam sin pensárselo dos veces- 

-Necesitamos una bruja que conozca el hechizo para abrir las puertas - dijo Castiel-

Sam y Dean se miraron entre ellos pensando en la misma persona. A los pocos segundos Rowena entraba por la puerta con una maleta que se veía pesada y su habitual sonrisa.

-Hola chicos ¿A qué debo el placer? 

-Necesitamos que abras las puertas del infierno -dijo Dean sin rodeos- 

La bruja rodó los ojos sacando de su maleta el libro de los condenados. Se inclinó hacia delante fijando la mirada en el rubio.

-¿Porque debería ayudaros?

-Porque si no te mataré y le daré a Crowley tu cabeza en una bandeja de plata, y ambos sabemos que está deseando que eso suceda -advirtió Dean con la mirada fría como el hielo en sus ojos verdes- 

Castiel y Sam miraban la escena esperando la reacción de la pelirroja

-Os ayudaré -dijo al fin- tocó la nariz de Dean con la punta del dedo, este la arrugó ante su contacto-

-Lo haremos mediante la proyección astral. No querréis que vuestras adorables cabecitas se queden atascadas para siempre ¿Verdad? 

-¿Puedes hacerlo o no? -dijo Sam, al cuál empezaba a agotársele la paciencia- 

Rowena le miró con expresión dolida en su rostro

-Claro que puedo Samuel , pensé que tenías una mejor perspectiva de mí 

-Sí bueno tampoco es que nos lo hayas puesto muy fácil -dijo Dean- 

Rowena le ignoró y señaló las sillas de la cocina

-Sentaros allí, vamos a comenzar

Los tres se sentaron y Rowena comenzó a entonar un cántico en una lengua que Sam y Dean no reconocieron, pero el ángel reconoció al instante : Arameo 

Al instante, Dean, Sam y Cass se encontraron en un largo pasillo oscuro lleno de celdas de las cuáles se oían chillidos, gruñidos y quejidos de dolor.

El sonido de las almas atormentadas

-Esto es el infierno -susurró Cass- 

-No me digas -dijo Dean son sorna- 

-Chicos por aquí -guio Sam-

Había oído varias voces cercanas entre ellas la del príncipe del infierno

-¡Encontradlos! -rugió furioso y un demonio salió corriendo por el pasillo-

-Vaya alguien está enfadado -bromeó Dean-

Asmodeo miraba el lugar donde había retenido a Gabriel maldiciendo entre dientes. Ese humano le había traicionado. A él. Lo iba a pagar con su vida.

-Empecemos a buscar -propuso Dean-

Sam y Castiel otearon la estancia en busca de un frasquito con un resplandor azul en su interior pero no encontraron nada... hasta que Sam miró a Asmodeo. Lo señaló de manera que Dean y Cass le mirasen.

-Dean... -murmuró el moreno-

Ellos miraron la dirección de su dedo hasta que se dieron cuenta de lo que sucedía. Una cuerda a modo de collar adornaba el cuello del príncipe. Sam tragó saliva.

-Creo que hemos encontrado la gracia de Gabriel









FIN DE LA PRIMERA PARTE 

FIN DE LA PRIMERA PARTE 

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