El trabajo en las celdas era duro, debía trabajar rápido y eficientemente para que el trabajo saliera tal y como el rey deseaba, también había tardado mas de una semana en forjar las herramientas de tortura que le habían pedido, era difícil tratar el metal para que tomara esas formas y poder hacer pinzas y cuchillos tan pequeños. Pero al parecer se había quedado satisfecho, el usurpador había sonreído con malicia mientras estudiaba las herramientas y como recompensa le había dado permiso para andar libremente por el baluarte, aunque aun no tenia la libertad de ir a la ciudad a ver a su familia. En las celdas se podía sentir un frio terrible, tuvo que entrar con pieles para abrigarse del frio, el tenia la suerte de trabajar en una forja, por lo cual podía andar sin nada puesto arriba y aun así no tendría frio, los hornos no dejaban de arder y en esos momentos era un alivio, trabajaba como nunca antes, forjaba puerta tras puerta, forjaba los eslabones y los unía para formar las gruesas cadenas, también forjaba los grilletes y se encargaba de instalar todo en las celdas.
En todo ese tiempo aprovechaba la nueva libertar que le había dado el rey para pasear por la murallas del baluarte, no podía ir a la ciudad y ver a su familia, pero desde lo alto de las murallas podía ver la ciudad entera, aunque no era una vista que le agradara, la ciudad estaba hecha una ruina, la ciudad había ardido, la destrucción que había sufrido la ciudad era terrible, edificios completamente destruidos, plazas completas demolidas y las puertas seguían destruidas y las largas columnas de soldados recorrían las calles. Era una escena horrenda, la ciudad había sido bella, llena de gente alegre que vivía su vida día a día, los mercados se llenaban de personas y mercancías. Todo eso había muerto con la caída de Nirde, las personas caminaban con miedo por las calles, las tropas del usurpador golpeaban a las personas por estar mirando o simplemente por estar muy tarde por las calles.
Heron odiaba eso, el rey Guillermo había sido un buen gobernante, amable y justo con sus súbditos, las reina María también, había dado libertad a sus gentes y los había defendido. Pero parecía ser que el usurpador era otra clase de gobernante, era tiránico e implacable.
Heron caminaba cubierto por sus pieles, llevaba sus herramientas y lo seguían los peones que el rey había puesto bajo su mando para la tarea. Ya tenia todo listo para la renovación de las celdas. Heron tenia miedo al bajar allí, en los últimos días habían empezado a sacar cuerpos, el pensaba que cambiarían de sitio a los prisioneros, pero en su lugar habían ejecutado a muchos, para que pudieran cambiar de celdas a los prisioneros según el fuera avanzando en su trabajo.
Las celdas eran un trabajo muy duro, tenia a los peones, pero aun así el era el que debía poner los marcos de metal, soldarlos y encajar las puertas, debía hacer los agujeros mientras los peones preparaban las cadenas y grilletes, aun así debía encargarse de que lo hicieran bien, mas teniendo en cuenta que se jugaba la vida en ese trabajo.
Se encontraba saliendo de una de las celdas, después de terminar de colocar las cadenas y grilletes en las paredes, entonces vio al usurpador avanzando por el pasillo, venia del final del pasillo escoltado por dos hombres de su guardia real, esos hombres eran monstruos, altos, con miradas crueles y el rostro deformado por cicatrices y tatuajes, eran representaciones de los demonios de relatos antiguos.
El usurpador caminaba tranquilo, sudaba y sonreía, también no tardo en notar que uno de los caballeros llevaba en sus brazos las herramientas de tortura que le había forjado, también vio que el usurpador se limpiaba las manos con un pañuelo, la sangre que caía de sus manos estaba fresca.
- Ahh - dijo a verlo salir de una de las celdas - así que estas aquí mi buen Heron.
Heron se quedo helado ante la imagen y solo pudo asentir respetuosamente.
- Tus herramientas son mas que eficientes - dijo mientras seguía quitando la sangre de sus manos - pero apresúrate en encontrar una manera de que los gritos no salgan de la celda, tuve que taparle la boca para que no gritara y la verdad disfruto escuchar sus gritos.
Los guardias del usurpador rieron vilmente.
- De hecho, aprovechando que estas aquí - dijo dejando el pañuelo sobre su hombro - necesito que cuides las herramientas.
Agarro la caja donde las guardaba y la puso sobre sus manos.
- Quiero que las limpies, les cuides el filo y que estén listas para mañana - dicho esto le palmeo el cuello y tomo nuevamente el pañuelo.
El usurpador siguió caminando, por el pasillo mientras limpiaba sus manos.
Heron se quedo allí parado con la caja de herramientas en las manos, observando en la dirección de la que venia el usurpador, solo podía sentir miedo y lastima, miedo por lo que ese hombre era capaz de hacer y lastima por todo el dolor que era capaz de causar a los demás por culpa de que Heron hubiera forjado esas herramientas, en cierta manera el era el responsable de que ellos fueran victimas de tales atrocidades.
Heron dedico días enteros a estudiar algún método para lograr ensordecer a las celdas y así complacer los deseos del rey, pues mientras mas tardaba en encontrar un método, parecía que el usurpador se impacientaba cada vez mas y había incluso llegado a visitarlo varias veces, se sentaba allí con varios de sus guardias repartidos por la herrería, que lo observaban como si fuera una simple presa que pudieran devorar.
- ¿Cómo va tu trabajo mi querido Heron? - pregunto mientras se sentaba en un banco y se cruzaba de brazos y piernas.
Odiaba a ese hombre, la forma en que hablaba, en la forma en que se metía en la herrería y lo trataba como si fuera poco mas que un perro. Pero a pesar de que deseara poder partirle una martillo en la cabeza, sabia que eso significaría su propia muerte y consideraba que sin el usurpador no habría nadie que controlara a los extranjeros y sin su líder podrían ser una amenaza aun peor. Y había visto como saqueaban Nirde una vez, y no deseaba volver a verlo.
- He logrado encontrar un antiguo método para ensordecer las celadas - dijo mientras dejaba sus guantes a un lado y se sentaba en un banco.
El usurpador se acomodo en su asiento y lo miro expectante.
- En la antigüedad, unos trabajadores fueron empleados para construir celdas, tal y como usted desea hacer - dijo y aliviado vio que el usurpador lo miraba complacido - utilizaron el material que se utiliza para hacer los corchos, los mismos que se utilizan para tapar las botellas y barriles de vino.
- Bien - dijo mientras se levantaba con una sonrisa maniaca en su rostro - conseguiré todo el corcho que necesites, no importa el costo, tendrás todos los peones que necesites y te compensare por este excelente trabajo, sabia que dejarte con vida valía la pena.
Dicho esto el usurpador se retiro, seguido por toda su guardia de monstruos de armaduras negras y rostros desfigurados y tatuados. Heron se dejo caer con alivio y agradeció en silencio a el viejo Héctor por haberle ayudado a buscar en la biblioteca. Camino cubierto por sus pieles, camino por los patios y murallas, sorpresivamente algo que nunca había visto en su vida ocurrió, en la ciudad de Nirde comenzó a nevar, nunca había nevado en Nirde, era algo que nunca se había visto en su historia, Heron no sabia a que se debía, pero sentía que era una señal, una señal de que algo terrible se acercaba. Entonces mientras volvía a su herrería, paso por la entrada de las celdas y un terrible grito salió de aquel oscuro lugar, un grito tan horripilante y cargado de dolor que los caballos comenzaron a perder el control, los perros ladraban y aullaban como autenticas bestias.
Si enserio la reina se encontraba en algún lugar preparándose para recuperar su trono, Heron rezaría día y noche a todos los dioses por que tuviera éxito y salve a todos de aquel monstruo con forma de hombre que ahora ocupaba su trono.
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Legitima
RomanceEste libro es la secuela de El Consorte y La Reina, recomiendo que vayan a leerlo primero. Nirde ha caído, Andros ha desaparecido y fue dado por muerto. Los ejércitos de Alban se encuentran desmembrados por todo el reino y Maria debe prepararse para...