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La nieve cubría todo el castillo de Las Diez Forjas, el invierno se había presentado y se había quedado, por mas de un mes no dejo de nevar, María temía que tanta nieve pudiera cubrir por completo el castillo, pero siempre, cada mañana cuando salía de su habitación se encontraba con los patios limpios y el castillo completamente bien. Los hombres de Las Diez Forjas se habían reunido en el castillo, miles de hombres, Lord Oscar afirmaba que hasta el ultimo hombre del norte se había presentado a jurar lealtad a la reina y ponerse a su servicio.

María se dedicaba a gobernar lo que quedaba de su reino, en el sur, solo Lord Sunglass aguantaba contra el usurpador, pero tal y como había temido al inicio de la guerra, el reino de la Urna, sus vecinos del sur habían atacado la frontera y atacado las posiciones de Sunglass por ambos lados. Al parecer el usurpador había logrado que el rey Valeram firmara una alianza con el y ahora sus ejércitos marchaban por el sur, Lord Sunglass se había preparado y fortalecido las fortalezas de Mont Lov y Mont Ir, pero eso solo ganaba tiempo. Toda su fe se encontraba en las fuerzas de su tío, en el ejercito de los Ashterion, que ya se habían establecido en Finot y proclamado que la ciudad era de María y que desde allí atacarían al usurpador.

Le hubiera gustado poder decir lo mismo de las ciudades de Magna y Idma, pero ambas habían caído en manos del usurpador, los nobles locales abrieron las puertas luego de que el usurpador ejecutara a cientos de los campesinos de los alrededores y prisioneros de Nirde. Pero aun así, a pesar de la buena voluntad de los gobernantes de ambas ciudades, el ejercito del usurpador saqueo la ciudad y mato a todos los que se oponían, los nobles fueron obligados a jurar lealtad, al igual que todos los comerciantes y terratenientes de la zona, los que no aceptaban eran brutalmente asesinados por los hombres del que ahora tenia su trono.

María sentía impotencia, debía esperar a que el invierno pasara, para que los ejércitos de los Whitewood y el principado pudieran marchar al sur y así acabar con el usurpador, pero María no lograba soportar ver como todo su reino y sus leales súbditos eran sometidos y masacrados por el usurpador y su ejercito extranjero. Pero para empeorar aun mas las cosas, parecía que según las palabras de Jhon, este invierno podría llegar a ser uno de los mas largos y duros que han tenido en los últimos doscientos años. 

En el cementerio de Las Diez Forjas se reunieron cientos de personas, casi todos eran soldados o capitanes del norte. María al ser no solo la reina sino que la esposa de Andros estaba parada en el lugar de honor, junto a la estatua aun cubierta de su esposo. María vestía completamente de negro y observaba como el ataúd era traído hasta su lugar de descanso, pero odiaba pensar que ese ataúd estuviera vacío, pues sabiendo la clase de monstruo que era el usurpador, no podía ni imaginar que atrocidades pudiera hacer con el cuerpo de su esposo. Había ordenado a Loreant que hiciera lo posible por descubrir que había pasado con el cuerpo de su esposo y que hiciera lo posible por recuperarlo, Andros merecía un funeral y esto solo era una ceremonia sin sentido a los ojos de María.

Eran seis los hombres que cargaban el ataúd, no por su peso, después de todo estaba vacío, sino por honor, mientras mas hombres cargaban un ataúd en el norte mas grande era el honor y grandeza del muerto. Los dos hombres que iban al frente eran Lord Oscar y un anciano que María nunca había visto en su vida, pero que por alguna razón desplegaba sabiduría y gran porte. Luego lo seguían Agdrian Blacksong el tío de Andros y uno de los hijos de Lord Oscar. Por ultimo, los que iban atrás eran el segundo hijo de Lord Oscar y Ambras, ellos seis eran los que tenían el honor de llevar a su esposo a su lugar de descanso, esa escena solo causo que su frustración aumentara aun mas.

Colocaron el ataúd en el hoyo que habían preparado para el, los presentes comenzaron a dejar cosas sobre la tapa del ataúd, los hombres dejaban cuchillos o hachas, las mujeres dejaban flores y tiras de telas, eran obsequios para Andros, muestras de aprecio y respeto de los presentes. Vio como Lord Oscar se quitaba uno de sus anillos y lo dejaba caer al hoyo, sus hijos ambos desenvainaron sus espadas y las cruzaron sobre el ataúd. Ambras y su esposa se quitaron unos collares de madera y también los dejaron caer sobre el ataúd, los hijos de estos dejaron algunos de sus juguetes. Agdrian Blacksong y el anciano que María no conocía dejaron lo que parecía ser una corona de plata en la cual se podía ver la representación de la cabeza de dos lobos. Entonces fue el turno de María, ella había tardado mucho en decidir que iba a dejar como ofrenda, pensó en dejar la sortija que había pertenecido a la madre de Andros, pero no pudo siquiera sacársela, no podía tirarla, significaba mucho para ella, mas de lo que imaginaba y además representaba mucho para su esposo el hecho de habérsela regalado a ella. Entonces recordó que esa sortija no había sido el primer obsequio que su esposo le había dado, antes, muchos años antes le había regalado un collar con una escultura de madera, algo que le había regalado luego de que pasaran su primera noche juntos. María siempre lo llevaba colgando de su cuello y había decidido que ese seria su obsequio, la primer muestra de anhelo de su esposo por ella, debía ser la ultima muestra de amor de ella hacia el.

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