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Cuando levanto la espada del hombro de Rowan, sintió por primera vez en mucho tiempo orgullo, no pudo evitar sonreír ante la mirada de su antiguo escudero. Andros guardo la espada en la vaina y le extendió la mano a Rowan. El nuevo Lord Rowan la tomo y con su ayuda se levanto.

- ¿Por que ha hecho esto? - pregunto angustiado.

- Porque eres digno - le respondió poniendo una mano en su hombro - lidera a tus hombres, toma lo que te he otorgado y que ahora es tuyo por derecho, conquista la gloria como lo han hecho lo grandes hombres del pasado.

Se acerco aun mas a su antiguo escudero, no queria que Lord Beomont escuchara, lo abrazo con un brazo.

- La reina quiere castigarme - dijo a su oído y Rowan pareció sobresaltarse - tardo mas de lo esperado y no planeo dejar que mis planes se derrumben porque mi esposa así lo desea, sigue con mi conquista, toma el fuerte, corta las piernas de nuestros enemigos y asegura la Urna para nuestro nuevo reino.

Rowan asintió con determinación.

- Partiré luego de ver como tomas esta fortaleza que ahora te pertenece - dijo apartándose de el con una sonrisa - espero que Lord Beomont este dispuesto a brindar conmigo en tu honor.

- Para mi será un placer - dijo mientras se acercaba a una mesa y servía tres copas de vino.

Repartieron las copas y se pararon en circulo.

- Por Lord Rowan - dijo Andros.

- Por Lord Rowan - dijo después Lord Beomont complacido.

- Por ustedes mis lores - dijo Rowan.

Los tres bebieron el vino y luego cenaron juntos, además de enviar a hombres para que esparcieran la noticia de que Rowan ahora no solo era el encargado de dirigir el asalto, sino que también era ahora el futuro señor de la misma y era un Lord.

- Mi señor - dijo Rowan en medio de la cena.

- Dime - dijo mientras dejaba la copa a un lado.

- No tengo apellido - dijo con humildad, una de las virtudes que mas admiraba de el - que significa Fidelis, así es como me llamo, como si ese fuera mi apellido.

Andros sonrió y olvido que su escudero nunca habia aprendido el antiguo idioma de los latinos.

- En el antiguo imperio - dijo entonces - no se poseía apellidos, al menos no todos, los que ahora conocemos como apellidos eran apodos, insignias que representaban el prestigio y poder de aquellos que se lo ganaban, es una tradición que aun conservamos en el norte. Fidelis, significa el que es leal.

Rowan pareció avergonzarse por esto.

- Le molesta si elijo Fidelis como mi nuevo apellido - dijo con clara duda en si lo que decía era correcto - como nombre para mi casa.

Andros sonrió complacido por esto.

- Me sentiría honrado que tan noble casa llevara como nombre uno que yo elegí para ti.

Cuando la cena termino, Lord Beomont y Lord Rowan se retiraron.

Andros quedo solo nuevamente y por fin pudo dejarse caer en su cama, se sentía débil, cansado, aun podía sentir la heridas, los cortes, los golpes, al cerrar los ojos aun veía a María con el cuello abierto y la sangre cubriendo todo el suelo frente a el.

- No era ella - se tuvo que decir mientras se agarraba la cabeza - no era ella.

Andros sabia muy bien que todo habia sido una artimaña del usurpador, ese hombre era un monstruo, alguien que lo torturo con el simple objetivo de quebrar su voluntad y Andros aun sufría el saber que lo habia conseguido. Cada vez que no tenia una espada en su mano volvía a estar en aquella celda, atado a la pared con cadenas, con aquella mujer de cabellos rubios y ojos verdes, era tan parecida, tan parecida que aun sentía que era María a la que día tras día mataban frente a el. 

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