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La muerte del rey Valeram habia dado por terminada la guerra, algunos aun se negaban a aceptar la derrota, pero ya no eran una amenaza tan grande como para decir que estaban abiertamente en guerra. En esos momentos ya con su esposo de nuevo en la corte, se habia convocado a los nobles de la Urna, al menos a los que habían sobrevivido, para que juraran lealtad a su nueva reina. Su esposo habia declarado ante todos en la corte que si algún hombre se negaba a hincar la rodilla ante su reina debía enfrentarlo en combate y si era tan cobarde como para no hacerlo declaro que marcharía hasta sus tierras y las arrasaría para luego entregarlas a alguno de los hombres leales a Alban. Esto habia causado que miles de hombres nobles y caballeros sin tierra acudieran a jurarle lealtad, al parecer era mas el miedo a su esposo que el valor y el honor que tenían.

Veía desde la ventana como llegaban una docena de hombres armados y montados a caballo, al ver su emblema se sintió muy feliz, pues era el emblema de la familia Sunglass, uno de los vasallos mas leales de su familia y a los que creía muertos desde que la Urna se habia unido a la guerra y habían hecho colapsar las fuerzas del difunto Lord Sunglass, Lord Covial Sunglass habia luchado y muerto por ella, ahora el que lideraba a esos hombres era el hijo de Lord Covial, un amigo de su infancia, al que su padre habia tomado como pupilo, Lyon era un hombre bajo y esbelto, con mirada penetrante y nariz aguileña, María creía que habia muerto junto con todos los demás, pero ahora se presentaba para jurarle lealtad. Que el estuviera vivo le ahorraría muchos problemas a María, pues no debía designar a un nuevo guardián de la marca sureña.

Muchas tierras habían quedado sin señores, entre ellas estaba la ciudad de Idma en el norte, pues Lord Dwain Tarwin y todos sus hijos habían muerto defendiendo la ciudad y tras su muerte habia sido tomada por el usurpador, el cual habia pasado por la espada a todos los miembros de aquella antigua y leal familia. Otro territorio era la ciudad de Iluria, cuyos señores habían sufrido un destino similar, la ciudad nunca habia caído en manos del usurpador, pero el coste habia sido la vida de miles de hombres entre ellos todos los del antiguo linaje de los Maenor.

Todos los que habían acudido para jurarle lealtad se reunieron esa noche, eran mas de cincuenta los que ese día le jurarían lealtad, muchos eran hombres de la Urna y venían con escoltas conformadas por sus hombres de confianza y legionarios del principado, pues Agdrian y Andros no confiaban en ellos y querían tener una espada siempre en la espalda de esos hombres para matarlos si es que se atrevían a hacer algo en su contra mientras estuvieran en Nirde.

En cuanto a su esposo, ahora tenia un nuevo escudero y habia empezado a apoderarse de los jóvenes que habia enviado a la corte, solo a los hombres, pues decía que María se encargaría de la niñas. María veía desde su balcón como Andros les entregaba espadas de madera y escudos a niños que tenían puestas armaduras acolchadas para que pudieran entrenar en el uso de la espada. Los niños le tenían miedo a Andros, se les notaba en sus pobres rostros, lo miraban con pánico y no podía culparlos, incluso a ella en algunas ocasiones le daba terror su propio esposo, pues sabia muy bien de lo que era capaz. Pero, veía que Andros disfrutaba estar entre aquellos niños, le gustaba verlos entrenar, les enseñaba a usar sus armas, a cuidar de sus armaduras y a montar a caballo, María veía eso y no podía evitar desear que si tenían algún otro hijo, esta vez fuera un varón. En esos momentos era en los que mas extrañaba a Miriel, deseaba tenerla allí, deseaba besarla, abrazarla con fuerza y jugar con ella. Cuando terminaran los juramentos Andros partiría al norte para traer a Miriel, ya lo habían decidido.

Andros entro en la sala acompañado de uno de los niños que llevaba la espada de Andros entre las manos, debía levantarla mucho para que no tropezara con la hoja de la espada, pues era mas alta que el niño. Reconoció al pequeño Lord Gared uno de los pupilos de su esposo.

Habia castigado a su esposo, le habia quitado todo el poder que tenia sobre el ejercito de Alban y se lo habia entregado a Lord Beomont y a su tio Lord Tristan Ashterion. Sabia que a pesar de aquello, su esposo siempre lucharía por ella y además ahora era príncipe, contaba con ejercito y súbditos propios, pero ya no podría liderar a los hombres de Alban a la guerra.

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