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Sin guerra que librar, los hombres de Malco ya no tenían un verdadero propósito, no eran un ejercito regular que pudiera ser utilizado para mantener el orden, servían a Andros, pero ahora Andros no requería sus servicios. Aun así, su amigo lo habia llamado, junto con los principales de sus capitanes, al menos los pocos que quedaban con vida. De los quince mil mercenarios que habia logrado reunir para luchar por Alban, solo quedaban cuatro mil, la mayoría habían muerto en las marcas occidentales o en la defensa de Nirde, pero muchos otros habían desertado cuando Andros fue dado por muerto. Para Malco fue una sorpresa enorme, pues el creía que desertarían después de la derrota en Sinca, pero no, Andros se habia ganado una lealtad genuina de los mercenarios, algo que realmente fue único de ver para Malco. Habia visto a hombre desertar, matar a sus compañeros y cortar la cabeza de su comandante por menos que eso.

Ahora caminaba por aquellos pasillos seguido de cerca por Karl que ahora podía caminar por si solo y tres mas de los capitanes, Maotut, Duncan y Miles, los dos habían ascendido luego de que sus capitanes o murieran o desertaran. Eran buenos hombres, soldados curtidos y que se habían mantenido leales durante los peores momentos de la guerra.

Andros los esperaba en el que habia sido su estudio personal durante los años anteriores a la guerra, el mismo lugar donde habían planeado el reclutamiento de los mercenarios, el mismo lugar donde Andros le habia ordenado a Karl y la guardia real llevarse a María, junto con Ambras, era el lugar donde habia visto a su amigo por ultima vez antes de que comenzara la batalla por Nirde y donde habían preparado el plan de defensa.

En la puerta estaban dos caballeros del principado, Malco aun no se acostumbraba a que los hombres que formaban la guardia personal de Andros ya no fueran los hombres de Whitewood y que ahora ese puesto lo ocuparan los caballeros de Reindlad.

- Venimos a ver al príncipe - dijo Malco a los guardias, los caballeros asintieron y le abrieron la puerta.

Al entrar encontró a Andros sentado en una gran silla de madera detrás de un escritorio de madera negra que reflejaba la luz que entraba por las ventanas, Malco observo que leía lo que parecia ser un libro y vio como arrancaba paginas y las tiraba en un cubo de metal donde ardía un fuego.

- Ese libro debe ser una mierda para que lo trates así - dijo Malco mientras se sentaba en una de las cinco sillas que estaban delante del escritorio.

- Si - dijo sin apartar la mirada del libro y pasando pagina.

- ¿Por que nos ha llamado o gran príncipe? - pregunto Duncan con mas formalidad de la que debería, pues Andros aparto la mirada del libro y lo fulmino con sus ojos.

Andros volvió a leer y después de unos segundos arranco la pagina y la dejo caer en el fuego. Cerro el libro y lo dejo sobre la mesa.

- Los he hecho venir por una simple razón - dijo mientras buscaba algo entre los cajones.

Malco tomo el libro que Andros leía y reviso la tapa de cuero marrón, solo decía una palabra.

"Alexander"

Malco dejo el libro justo en el lugar y posición en la que lo habia dejado su amigo, en el momento en el que empezó a sacar algo de debajo del escritorio.

- Aquí - dijo mientras dejaba un pergamino sobre la mesa - tal y como les prometí hace tres años, tendrán tierras que cultivar y un lugar donde asentar a sus familias.

Malco no pudo evitar que la mandíbula se le cayera. 

- Como les habia dejado en claro - continuo su amigo mientras se levantaba y comenzaba a servir cerveza en las copas - por luchar a mi lado en la guerra, serian recompensados con tierras y aquí, una vez que la guerra ha terminado, cumplo con mi parte del convenio.

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