Luego de que las fuerzas del usurpador fueran rechazadas María ordeno que las fuerzas de Whitewood avanzaran hasta la ciudad y envió mensajeros a los otros dos ejércitos para que hicieran lo mismo, Nirde debía ser tomada a toda costa. María no lograba conciliar el sueño mientras se movía de un lado a otro en su cama, estaba cerca, cada segundo que pasaba era un segundo menos para que recuperara lo que por derecho era de ella y pudiera de una vez por todas vengar la muerte de su esposo. Los hombres del norte estaban cantando a lo lejos, una canción triste y melodiosa que ya habia escuchado una vez, era la misma canción que habia escuchado la noche anterior a su primera llegada a Las Diez Forjas hace ya tantos años. En ese momento estaba asustada por como seria su prometido y de que no deseaba casarse con alguien que su padre deseaba imponerle, María recordando eso se dio cuenta de lo tonta que era en ese momento y que daría todo lo que tenia para poder volver a ese día y poder ver nuevamente a Andros, todo, Alban, Nirde, nada le importaba si podía volver a ver a su esposo. Pero también tenia a Miriel, ella era lo único que verdaderamente le daba sentido a su vida, si no hubiera sido por ella, María no estaba segura de que hubiera podido seguir adelante y luchar por su trono como lo habia hecho.
Mientras se movía inquieta una de sus doncellas se levantó y vio que María se movía como loca sobre su cama.
- Majestad - dijo la doncella mientras se acercaba - ¿se encuentra bien?.
María se levanto y la observo, era una joven bella de ojos marrones y cabello castaño.
- Si querida - dijo mientras se incorporaba y apoyaba la espalda contra el respaldo de su cama - es que no puedo dormir con lo que nos aguarda en los próximos días.
La doncella le sirvió una copa con agua y se la entrego.
- Gracias - dijo con una sonrisa y bebió un poco.
- No debe estar nerviosa majestad - dijo con empatía la doncella - estoy segura de que lograra ganar esta guerra y volverá a sentarse en el trono que le corresponde.
- Nirde esta defendida por miles de hombres y los que sobrevivieron a la batalla se dirigen allí, se defenderá con todo lo que tiene.
La doncella simplemente sonrió.
- Todos tenemos fe en usted majestad - dijo con emoción - usted también debe tenerla.
- La fe no gana guerras - dijo María con lastima.
La joven tomo la copa vacía y la apoyo en la mesa.
- Debe dormir majestad, mañana llegara a Nirde y será un día largo y fatigoso.
María sonrió y vio como la joven se recostaba junto a la otra doncella.
- Gracias Favia - dijo tímidamente.
- De nada majestad - dijo mientras se daba la vuelta en su cama.
María observo en la mesa el mapa de la ciudad, Nirde no solo era una ciudad, era su hogar y el maldito de Alexander se lo habia arrebatado, junto con el trono y su esposo.
El usurpador con la llegada de sus hombres que habia enviado a occidente debía tener a mas de diez mil hombres para defender la ciudad una autentica locura. María contaba con muchos mas hombres, pero si algo sabia, era que aquel que defiende una posición fortificada siempre tiene mas ventaja. Y ella debía asediar la ciudad, debía preparar escaleras arietes y debían subir las murallas y intentar atravesar los altos muros de la ciudad. Pero lo que lo volvería aun mas difícil, era que Alexander ya habia tomado una vez la ciudad y por eso debía saber mejor que ella y todos sus generales como defenderla.
Finalmente volvió a su cama y busco algo debajo de ella, busco hasta que al final encontró lo que buscaba, la espada de Andros estaba allí envainada en su piel de lobo.
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Legitima
RomanceEste libro es la secuela de El Consorte y La Reina, recomiendo que vayan a leerlo primero. Nirde ha caído, Andros ha desaparecido y fue dado por muerto. Los ejércitos de Alban se encuentran desmembrados por todo el reino y Maria debe prepararse para...