39

159 17 1
                                    

Desde que la reina le habia dado la difícil tarea de rediseñar la defensa de la ciudad, también debía lidiar con el nuevo comandante de la defensa de la ciudad, al que ahora llamaban todos Lord Ambras, aunque Heron veía que cada vez que alguien le decía Lord Ambras, el comandante sonreía de forma forzada y su mirada asesina parecia devorar a todos los que lo rodeaban.

Heron no lograba contener el miedo cuando Ambras lo miraba, Heron conoció a muchos hombres peligrosos en su vida, Alexander, el consorte, Loreant y ahora Ambras, todos ellos de una forma u otra lograban aterrarlo y darse cuenta de lo indefenso que estaba en comparación con ellos. Todos ellos eran grandes guerreros y comandantes, en cambio Heron era un simple herrero.

Lo primero que le ordeno hacer el nuevo comandante fue revisar que hubiera suficiente armamento para cinco mil hombres, por esa razón tuvo que revisar los arsenales del baluarte y las armas que se pudieron rescatar de los cuarteles de los que ahora no quedaba mas que escombros humeantes, de los que aun sacaban cuerpos calcinados.

- No contamos con la armas, ni las armaduras necesarias - dijo Heron luego de haber revisado todo.

Ambras se encontraba sentado en una larga mesa de una taberna rodeado de soldados que parecían estar fuera de servicio y bebían descontroladamente mientras reían y se escupian insultos graciosos.

- ¿Cuánto crees que podrías tardar en fabricar esa cantidad? - pregunto mientras bebía una pinta de cerveza.

- Si ponemos a todos los herreros de la ciudad a trabajar, supongo que tardaremos un mes - dijo mientras uno de los soldados le ofrecía una cerveza.

- Nada de cerveza para el herrero - ordeno Ambras mientras se levantaba.

Los soldados bajaron las cabezas y se silencio el ambiente.

- ¿A cuantos hombres puedes armar con lo que se tiene actualmente? - pregunto mirándolo fijamente.

Heron abrió el pergamino y reviso las cantidades.

- Con equipamiento completo a uno dos mil, a otros mil podríamos brindarles armas, pero no armaduras - dijo entregándole el pergamino para que pudiera ver las cantidades el mismo.

Ambras tomo el pergamino y volvió a sentarse en la mesa.

- Ve a hacer lo que quieras, pero ten en cuenta que deseo que convoques a los herreros para empezar el trabajo, ya sabes ordenes de la reina y esas estupideces.

Heron asintió y salió a la calle donde lo esperaban dos soldados de la reina que ahora lo escoltaban a todos lados por la nueva posición que ocupaban en la administración de la ciudad.

- Lord Heron - dijo uno de los soldados.

- No soy un noble - le dijo Heron recordándoselo - volvemos a baluarte real.

Los soldados se posicionaron a ambos lados de el y lo acompañaron por la calle principal hasta la entrada del baluarte.

La ciudad se habia llenado de personas, los antiguos habitantes y nuevos, llegaban en busca de oportunidades y seguridad, pues al parecer en varios lugares aun habia peligros acechando a las personas inocentes. Ambras como nuevo comandante estaba obsesionado con la idea de que necesitaban muchos hombres armados, tantos que incluso pudieran enviar a los alrededor de la ciudad para poder proteger a la gente y seguir teniendo a Nirde bien resguardada.

Heron deseaba ayudar, y la única manera que tenia de hacerlo era forjando y diseñando las nuevas defensas de la ciudad.

En la entrada se encontró con Lord Beomont que estaba allí acompañado por algunos caballeros, al verlo, el alto noble de cabellos negros lo llamo y despidió a los caballeros.

LegitimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora