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La guerra habia terminado al fin, por mas de tres años el reino de Alban habia sangrado, las acciones del usurpador habían causado la muerte de miles de hombres, mujeres y niños, pero de estos duros años parecia que un Alban mucho mas poderoso se comenzaba a formar. Ahora controlaban el reino de la Urna y eran aliados del principado de Reindlad, gracias a la unión de la reina María y su esposo el futuro gran príncipe.

Heron por su parte estaba mas complacido de que al fin la paz volviera, deseaba ver nuevamente los grandes mercados y los festivales que en los tiempos del difunto rey Guillermo II el Virtuoso. Gracias a eso, la reina y Casia parecían estar preparando todo para la boda. Se encontraba en su forja, como siempre, nada era mejor en el mundo que el fuego, el metal y el chispar de la madera siendo consumida, nada, excepto Casia. Forjaba una espada, pero no una que usara un soldado, esta espada era para su futura esposa, era un guerrera y merecía una espada que se igualara a ella en belleza.

Golpeaba el metal para poder plegarlo cuando alguien golpeo la puerta y escucho como se abría Heron vio que en ese momento entraba Ambras, el comandante de la ciudad, pero se suponía que habia ido al sur para buscar al consorte y traerlo de regreso. Una idea tonta en la opinión de Heron, el consorte era el mejor comandante de todo el reino y no tenia sentido que la reina lo apartara del mando de sus fuerzas y mas cuando habia asestado golpe tras golpe y conseguido tantas victorias para su bando. Pero la reina era la gobernante suprema del reino y ni siquiera el consorte podía negarse a acudir a su llamado.

- Nunca paras - dijo el comandante mientras se desabrochaba el broche de su capa y la dejaba sobre una de las mesas, para a continuación ver una de las hachas que habia forjado ayer.

- Soy el forjador real señor - respondió mientras daba los últimos golpes - mi tarea es forjar.

Dejo la hoja de la espada sobre las llamas de la forja, para que se volviera a calentar. El trabajo del metal era duro, pero cuando veía los resultados Heron sabia que valía cada golpe que dedicaba a moldear y endurecer el metal.

- Ha vuelto muy pronto - dijo mientras tomaba un paño mojado y lo usaba para limpiarse las manos y el rostro - ¿ha logrado traer de regreso al consorte?.

Ambras asintió mientras dejaba el hacha y se sentaba a la mesa.

- Tu buen amigo Rowan - dijo en ese momento sobrio y un miedo gélido le recorrió todo el cuerpo, no, Rowan no podía haber caído, por los dioses no debía haber caído - ha sido proclamado por el consorte como nuevo Lord del Fuerte Furg.

Heron sintió como ese miedo desaparecía y era reemplazado por dicha.

- Una sabia decisión del consorte - dijo mientras se sentaba a la mesa y servía dos vasos de cerveza.

- Si - dijo Ambras tomando el vaso que le ofrecía - pero no vengo solo a decirte esto, tengo mas que decirte.

Heron trago saliva, no estaba seguro, pero siempre que Ambras Smith decía esas palabras Heron sabia que algo malo venia.

- Pronto te casaras con Casia - dijo sin apartar la mirada de sus ojos - y tienes mi aprobación, pero te advierto, no es mi aprobación la que necesitas, ni la de la reina, ni siquiera la de Andros, no, debes ganarte a mi esposa, ella es tu verdadero problema.

Vio como Ambras comenzaba a beber la cerveza y medito sobre aquello.

- ¿Me ayudaría a contentar a la señora Tacia? - dijo Heron suplicante.

- Ya tienes mucho a tu favor - dijo dejando el vaso vacío sobre la mesa - eres un buen hombre, leal y dedicado a tu trabajo, eres un gran partido, no solo eres el forjador real, ahora posees tierras otorgadas en persona por la reina, pero aun mas importante, amas a Casia y ella te ama a ti.

- Entonces, ¿de que debería preocuparme? - pregunto sin entender el porque le advertía.

- Que a mi amada esposa - dijo mientras cerraba los ojos - no le importa una mierda esas cosas.

Heron trago saliva y bebió de su vaso.

- La razón por la que ella se caso conmigo - dijo entonces Ambras - ¿quieres saber como me gane su corazón?.

Heron asintió sin dudarlo, pues sentía que allí estaba la solución a sus problemas.

- Cuando intento asesinar a Andros - dijo Ambras y Heron quedo pasmado por ese dato tan terrible, no tenia idea de que la hermana de Casia habia intentado matar al consorte - ella y una docena de hombres nos emboscaron en una partida de exploración.

Heron se termino el vaso y relleno los vasos de ambos.

- Perdimos a once hombres ese día, la mitad fueron abatidos por Tacia - dijo mientras sonreía tímidamente - Andros habia recibido una flecha en el brazo y un corte de espada en el abdomen, sus primitos, esas pequeñas bestias mataron a sus primeros hombres ese día mientras defendían al caído Andros, pero nadie pudo detener a Tacia.

- Entonces, ¿Cómo es que termino la asesina casándose con el mas leal de los hombres de aquel al que intento asesinar?.

- Simple - dijo Ambras con confianza y una arrogancia que parecían haber aflorado en el - nadie la detuvo, hasta que le toco enfrentarse a mi.

- ¿Usted la derroto? - pregunto.

- Fue un enfrentamiento terrible - dijo Ambras - nunca  habia visto a alguien moverse así en el campo de batalla, pero si, al final logre derrotarla incluso tenia intención de matarla, la habría matado de no haber sido por Electro.

- ¿Electro?.

- Un hermano de armas que ya no esta en este mundo - dijo y Heron vio como el rostro de Ambras se ensombrecía y por mas de un minuto estuvo con la cabeza agachada, Heron supuso que aquel al que llamaba Electro debía de haber sido un gran amigo y muy cercano - el detuvo mi mano y no sabes cuanto le he agradecido a los dioses por que el estuviera allí para detener mi espada, no se que seria de mi vida sin Tacia.

- Lamento su perdida - dijo Heron mientras levantaba su vaso - por Electro.

Ambras lo miro con lastima y también elevo su vaso.

- Por Electro.

Chocaron sus vasos y se terminaron el contenido.

- Bueno - dijo dejando el vaso - a lo que queria llegar, Tacia solo te dará su aprobación si demuestras que eres digno de proteger a Casia, la ama, durante años pensó que estaba muerta y ahora no la entregara a nadie que no sea capaz de protegerla.

Las dudas comenzaron a llenar su mente, Heron era un herrero, un artesano y creador de armas y herramientas, no era un soldado, sabia usar una espada, pero su habilidad rozaba lo mediocre, era fuerte, mas fuerte de Casia y que Ambras, pues habían jugado a pulso cuando se embriagaron, pero de nada servía ser mas fuerte que el común de los hombres si no posees habilidad con las armas.

- Yo - dijo en ese momento - no soy un guerrero.

Ambras asintió.

- Pues deberías comenzar a convertirte en uno - dijo mientras se levantaba y tomaba su capa de la mesa - eres un buen hombre Heron.

El comandante se dio media vuelta y comenzó a caminar a la puerta. Heron nervioso y desesperado por no poder cumplir con las expectativas de la que era la única persona que podía interponerse en su camino de estar con Casia, no lo pensó dos veces y pregunto.

- ¿Podría convertirme en un guerrero?.

Ambras se detuvo en seco y giro lentamente, una sonrisa picara se dibujaba en sus labios.

- Por ti - dijo asintiendo - hare lo imposible para que seas un guerrero digno a los ojos de mi mujer.

LegitimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora