Heron se dedicaba día y noche a su trabajo, de alguna manera sentía que no podía dejar de trabajar, cada espada, cada hacha, cada cota de malla que el fabricaba junto con una nueva y nutrida tropa de ayudante que el reina le habia proporcionado, ayudaba a que la guerra estuviera cada vez mas cerca de terminar. Podía no ser un guerrero, pero si de algo estaba seguro era que los guerreros de verdad estarían agradecidos de poseer una espada de calidad y una buena armadura que les permitiera enfrentar al enemigo. Habia pasado una semana desde que las fuerzas de Alban habían partido en busca de sus enemigos y así terminar de una vez por todas con esta guerra tan terrible que habia sumido a Alban en el caos en los últimos años.
Mientras revisaba que el trabajo de sus asistentes estuviera hecho de una manera satisfactoria, pudo sentir que alguien lo observaba, se dio la vuelta y vio como Casia se acercaba lentamente y sin hacer ruido. Cuando vio que Heron la habia descubierto, se mostro decepcionada.
- No quiero que me asustes por al espalda - dijo Heron mientras dejaba una pesada hacha de batalla sobre la mesa, donde habia mas armas - sabes que me molesta.
Casia sonrió mientras se aceraba.
- Pero sabes cuanto me gusta asustarte - dijo con burla - es divertido escucharte gritar como niña.
- Yo no grito como niña - dijo molesto - solo fue una vez.
Heron recibió un cálido abrazo por parte de Casia, odiaba que lo hiciera cuando estaba trabajando, Heron siempre sudaba mucho, estaba sucio por el contacto con la madera y el metal, pero parecia que eso le gustaba a Casia, por eso no le decía nada.
- ¿Cómo sigue la reina? - pregunto cuando Casia se separo de el y se dirigió a una silla.
- Sigue molesta - dijo mientras se sentaba - cada vez que alguien le menciona a Andros pareciera que sus ojos se van a prender en llamas.
Heron observo que Casia sonreía, parecia que le divertía esa situación.
- No deberías disfrutar eso - dijo Heron algo molesto - que harías si un día despiertas y ya no estoy a tu lado, me fui sin decirte nada y sin siquiera dejar una nota.
- Te corto los huevos - dijo Casia con una sonrisa inocente.
Heron entonces se callo y volvió a revisar las armas.
- ¿Crees que la guerra termine pronto? - pregunto Casia.
- No lo se - dijo Heron mientras se fijaba que la espada no tuviera alguna curva o estuviera mal calzada en la empuñadura - solo se que Lord Andros y los demás generales están decididos a acabarla y creo en ellos.
- Me gustaría que fuéramos a Las Diez Forjas - dijo Casia algo desanimada - me gustaría que conocieras a mi hermana y a mis sobrinos.
Heron se pudo nervioso, ya conocía al que se podría decir era su cuñado político, Ambras Smith era temible, Heron no podía ni cruzar dos palabras con aquel hombre y ya sentía que lo destripaba con la mirada.
- ¿Cómo es tu hermana? - le pregunto algo nervioso.
- Es una mujer buena y dulce que cuida de sus hijos - dijo con alegría, aunque Heron dudo de lo que decía, habia escuchado rumores de que era incluso peor que Ambras, lo cual para Heron tenia sentido.
- Sabes que mi lugar esta en Nirde, ¿verdad? - le dijo.
Casia se levanto y se acerco a el.
- Lo se - dijo mientras lo daba vuelta y sujetaba su rostro con ambas manos - pero Las Diez Forjas es el único lugar al que he podido llamar hogar desde que tengo memoria.
Heron la observo atentamente, no habia manera de que pudiera apartar la mirada de aquellos ojos azules tan hermosos.
- Mi familia esta allí - continuo.

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Legitima
RomanceEste libro es la secuela de El Consorte y La Reina, recomiendo que vayan a leerlo primero. Nirde ha caído, Andros ha desaparecido y fue dado por muerto. Los ejércitos de Alban se encuentran desmembrados por todo el reino y Maria debe prepararse para...