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Los libros que habia escondidos en las habitaciones de su esposo, eran muy curiosos, muchos eran manuscritos que investigaban el pasado del mundo, la historia de naciones, de grandes hombres y de los grandes conflictos del mundo. María habia conseguido descubrir que a su esposo siempre le habia apasionado la historia, pero ahora esos libros le estaban rebelando cosas, cosas que ella nunca hubieran imaginado del pasado de Alban y de los demás reinos que habia en todo el continente. Los libros parecían haber sido todos escritos por la misma persona y en todos se podía ver un trabajo impresionante y una consistencia que María encontraba fascinante. Mientras luchaba una guerra y no tenia nada mas que esperar los informes de la guerra que empezaba a decantarse a su favor, habían tardado semanas enteras, pero Magna por fin comenzaba a flaquear contra las fuerzas del principado y gracias a los Whitewood las fuerzas del usurpador no podían ir en su ayuda. Pero no todo eran buenas noticias, al parecer las fuerzas de su tío en el sur fueron derrotadas y el usurpador consiguió tomar la ciudad de Finor y las fuerzas de los Ashterion se tuvieron que retirar dejando los pocos territorios que habían logrado retener y proteger del usurpador después de casi dos años de defenderlos con éxito.

Eso la frustraba, no solo sus parientes habían fallado, su tío habia sido herido en combate y ahora era su primo y heredero de su tío el que dirigía sus fuerzas, pero Gaius no era la misma clase de animal que su tío, era mas cauto y propenso a las retiradas.

- Mama - escucho que decían a su lado.

Volteo y vio a Miriel caminando hacia ella, vestía un lindo vestido verde que le habia regalado el príncipe Agdrian, todos en el castillo la malcriaban, a cada lugar al que iba Miriel siempre se llevaba la atención de todos y cada uno le regalaba cosas, dulces, pasteles, juguetes. María esperaba que eso no causara que se volviera malcriada con el tiempo, después de todo ella tenia que encargarse de que comenzara a recibir una educación apropiada y lo mejor en ese momento era que aprendiera a ser una buena niña, obediente y que no fuera caprichosa.

- ¿Qué pasa mi amor? - le pregunto mientras apoyaba el libro sobre la mesa y se giraba para verla.

- Mira lo que me hizo la tía Tacia - dijo mientras con la manitos le mostraba un objeto de madera.

María observo y extendió la mano para ver que le habia regalado Tacia esta vez a su hija. Al tomarlo vio que era un gato de madera, todo blanco y perfectamente tallado.

- Es hermoso - dijo María mientras le sonreía  su hija - ¿Por qué no lo pones con los demás?.

Miriel sonrió y rápidamente se lo saco de la mano y riendo corrió hasta el lugar donde guardaba sus juguetes. Era el mismo lugar donde antes habían estado todas las armas y armaduras de Andros, habia ordenado que las guardaran en un baúl y su hija tomo ese lugar como su escondite y donde guardaba sus juguetes. Era impresionante ver lo animada que era su hija, la sonrisa que siempre se dibujaba en su rostro y lo curiosa y deseosa de juegos que era.  María se preguntaba si así podría haber sido Andros cuando era así de pequeño, antes de que su madre muriera y antes de que el peso de la vida que tuvo lo convirtieran en ese ser tan amargado y destrozado que era.

- Mama - dijo Miriel mientras volvía de dejar su juguete nuevo.

- Si amor.

- ¿Por qué no esta la tía Casia? - pregunto algo triste - ¿se fue porque no nos quiere?.

María se agacho y beso a Miriel en la frente.

- No mi amor - dijo con ternura mientras le peinaba los ya largos cabellos negros - es que la tía Casia esta haciendo algo muy importante.

- ¿Qué hace?.

María dudo, después de todo no sabia nada de Casia, solo sabia que le habia dicho a Tacia que iría al sur para ayudar a Loreant con algún trabajo, algo que disgustaba aun mas a María, porque hacia ya dos meses que no sabia nada de Loreant, hasta que no supo que Casia iba a encontrarse con el, supuso que lo habían capturado y matado.

- Esta ayudando al abuelo Oscar - dijo con ternura - lo ayuda para que pueda terminar con su trabajo.

Oscar, el tío de Andros, aun no aceptaba que Miriel le dijera abuelo, como tampoco le habia permitía a Andros que lo llamara padre, pues para el no tenia el derecho de tomar el lugar de los muertos.

Miriel sonrió con tristeza, parecía no creerle, era algo aterrador para María ver que era tan inteligente como para saber cuando le mentían cuando tan solo tenia tres años.

- Amor - dijo mientras la levantaba y la sentaba sobre sus piernas - hay cosas en este mundo, cosas malas, muy malas, que intentan lastimar a las buenas personas, como tu, como yo, como el tío Ambras, la tía Tacia y Helena.

- Esas cosas malas - dijo mientras apoyaba su cabeza en el pecho de María - se llevaron a papa, ¿verdad?.

María cerro los ojos con fuerza y trato de contener las lagrimas, ¿Cómo habia deducido algo como eso?.

- ¿Por que crees eso? - le pregunto mientras la abrazaba y acariciaba sus mejillas, se dio cuenta de que Miriel lloraba en silencio.

- Escuche a los caballeros - dijo sollozando - dijeron que papa esta muerto, que nunca volvería.

María apretó aun mas los ojos y abrazo con aun mas fuerzas a su hija.

- Tu papa - dijo mientras la soltaba y la miraba a los ojos - el era muy valiente, tan valiente que cuando un monstruo quiso lastimarnos, el se quedo atrás, para que nosotras podamos escapar.

Miriel lloro con aun mas fuerza y comenzó a soltar un llanto que casi quiebra a María.

- ¡Es verdad! - grito mientras apretaba su carita contra el vestido de María - ¡papa no volverá!.

- Miriel - dijo mientras tomaba a su hija en brazos y la levantaba - tienes que saber que todos los que nos dejan siguen con nosotros, siempre están con nosotros.

- ¡No! - grito Miriel - ¡papa es piedra, es piedra!.

María no pudo hacer nada para que su hija dejara de llorar, simplemente la recostó en la cama y acaricio su cabeza mientras apretaba la almohada llorando. Al final se quedo dormida con los ojos rojos y el rostro hinchado de tanto llorar.

María juro en ese momento que Alexander, el hombre que les habia arrebatado a Andros moriría, que sin importar lo que pudiera costar o lo que tuviera que sacrificar ese monstruo moriría por causar que esas lagrimas salieran de los ojos de su pequeña.

Dejo a Miriel durmiendo y fue en busca de Tacia, no habia nadie mas en quien pudiera confiar lo que queria hacer, algo que podría ser una locura a los ojos de todos los que la aconsejaban.

- Tacia - dijo cuando la encontró en uno de los patios, estaba jugando con su hijo pequeño Electro se llamaba.

Tacia se volteo a mirarla-

- María - dijo pero no tuvo tiempo de decir nada mas.

- Quiero que me enseñes. 

Tacia pareció no entender.

- A pelear.



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