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Loreant había subido en la jerarquía de la guardia de la ciudad, ahora era uno de los capitanes de la guardia. Tenia a mas de quinientos hombres bajo su mando y era respetado en toda la ciudad, incluso el mismísimo usurpador le había dado una medalla por haber participado en la subyugación de unos rebeldes dentro de la ciudad.

En todos los mese que habían pasado desde que formaba parte de la guardia, había conseguido mucha información que pasaba a Malco y a la reina para que pudieran luchar contra el enemigo con al menos un poco de ventaja. La guerra empezaba a inclinarse a su favor, una por una las tierras de Alban eran recuperadas por su legitima reina. 

En ese momento se encontraba dirigiéndose a una reunión en donde se presentarían todos los capitanes ante el rey, el cual parecía nervioso y a su vez muy enfadado. En la sala del trono también se encontraban muchos nobles y generales al servicio del usurpador, también había muchos que  provenían del reino de la Urna.

Loreant había estudiado a cada uno de ellos buscando alguno que pudiera traicionar al usurpador, pero no había logrado encontrar nada, todos esos hombres eran de confianza o le tenían tanto miedo al usurpador que no parecían atreverse a hacer nada en su contra. Loreant debía admitirlo, aquel hombre sabia como jugar con el miedo y como someter las voluntades.

- Quiero que todas nuestras fuerzas se dirijan al norte - dijo el usurpador mientras señalaba el bosque de Breen - tienen que detener a esa zorra antes de que logre avanzar mas al sur.

El usurpador se mostraba mas violento y implacable que nunca. Se rodeaba de sus generales y los castigaba por sus errores, las derrotas que sufrían en el norte y el sur. La guerra había estado estancada por los inviernos, al menos en el norte, pero la guerra continuaba en el sur y no lograban deshacerse de los Ashterion, habían derrotado a Lord Sunglass y lo habían entregado al rey Valeram como gesto de alianza. Loreant podía estar muy tranquilo allí parado en un rincón formado con los demás capitanes de la guardia mientras el comandante sufría la despiadada mirada del usurpador, en cambio Loreant se había hecho la reputación de ser tan implacable y leal como el usurpador solía apreciar en los demás.

- Si esa perra consigue tomar Magna y conseguir conectar sus territorios con las marcas orientales - gritaba mientras golpeaba la mesa con el puño - podrán unir fuerzas y marchar todos juntos contra nosotros.

- Mi rey - dijo Lord Drugaj, uno de los nuevos nobles que había nombrado el rey de los hombres que habían venido con el desde el otro lado del mar - el invierno se a acabado, debemos marchar al norte, la reina es todo lo que importa, tenemos que hacer lo mismo que cuando tomamos esta ciudad, matar al líder, quitarles el símbolo que los lidera a la guerra.

Loreant vio sonrisas en muchos de los hombres, era un orgullo de todos el haber acabado con Andros Whitewood, Loreant no logro soportarlo, apretó los puños con furia, por fortuna tenia las manos detrás de la espalda y nadie se dio cuenta. El consorte no solo era su señor y esposo de la reina, Andros Whitewood desde el primer momento en que lo vio se había convertido en un ideal para Loreant que no soportaba a los nobles, los odiaba y solo era leal al rey, pero el consorte se había ganado su lealtad y amistad. Por eso le dolió mucho cuando le ordeno dejar la ciudad y llevar consigo la carta y su espada a la reina María.

- ¿Crees que es sencillo animal? - grito el usurpador con mas furia - esta en esa maldita fortaleza del norte con mas de diez mil hombres defendiéndola y además según nuestros espías esa fortaleza es inexpugnable, no como esta ciudad que con suerte tiene una defensa miserable, esa fortaleza fue hecha para resistir asedios y alojar miles de hombres.

- Entonces porque no hacemos que salga de allí - propuso otro de los nombres, hubo algunos susurros.

- Eso seria muy difícil - dijo Lord Murad - la reina cuenta con muchos generales de renombre que lideran sus ejércitos en el campo sin que ella tenga la necesidad de salir de su fortaleza.

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