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Estaba ensillando su caballo mientras los hombres a su alrededor también se preparaban para marchar, había pasado un mes desde que había regresado a la ciudad y su partida al norte se había retrasado por el juramento de la Urna y los preparativos para el mismo. Ahora que por fin parecía que Maria podría no necesitar de su ayuda para nada mas que asuntos de gobierno, para los cuales contaba con consejeros mas capaces.

Mientras ensillaba su caballo el pequeño Gared hacia lo mismo con su poni y lo hacia muy bien, el pequeño aprendía muy rápido. Los demás niños que ahora eran sus pupilos se encontraban en el patio entrenando bajo la severa mirada de Rowan, al que le había pedido que los entrenara en su ausencia y le había dado la orden de que fuera lo mas severo que le fuera posible. Debian curtir a los niños desde la infancia, después de todo la infancia les duraría poco, lo mejor era que se convirtieran en hombre ahora, antes de que el mundo lo hiciera.

Maria se acerco mientras guardaba la cota de malla en una de las bolsas que colgaban de su silla de montar. Vestía de verde, el color que mejor le quedaba, ya no quedaba nada de la princesa joven y malcriada que había conocido hace años, ahora era toda una reina. Le sonrió mientras veía que se acercaba escoltada por dos de sus caballeros.

- Espero que tengas un buen viaje querido - le dijo mientras acariciaba a su caballo en el cuello, el caballo era tan grande en comparación con su esposa que le sacaba una cabeza, era un caballo de guerra, traído de los establos de Reindlad, eran una raza de caballos mas grande y fuerte que las demás.

- ¿Estarás bien sola? - le pregunto a su esposa poniendo su mano sobre su hombro.

Era pequeña y frágil, temía que al dejarla algo pudiera pasarle. Pero luego recordaba que por mas de tres años había librado una guerra sin el y que la había ganado.

- Si - dijo mientras posaba su mano en su mejilla, Andros descanso su cabeza en la mano de su esposa, eran suaves como la seda - además, tengo a mi tío y primos aquí, además de tu legión del principado, nada pasara.

Andros sujeto la mano de su esposa y le sonrió con burla.

- Si - dijo a su esposa - además cierto Lord me ha contado de tu habilidad con la espada.

Su esposa se volvió roja por completo y aparto su mano con brusquedad.

- Maldito Ambras - dijo molesta.

- Te la debía por volverlo Lord - le dijo mientras se reía sin poder contenerse.

Maria se cruzo de brazos molesta.

- Tranquila - le dijo apoyando sus manos en sus brazos y acariciándolos - cuando vuelva te enseñare como se debe usar una espada, si aun deseas aprender.

Su esposa sonrió tímidamente y asintió. Andros la tomo del mentón y levanto su rostro, para a continuación besarla. Maria lo abrazo por la cintura con mucha fuerza.

- Sabes una cosa - dijo Andros mientras apoyaba la barbilla en la cabeza de Maria, que ahora la apretaba contra su pecho - si no me sueltas mis hombres me dejaran atrás.

- Solo un poco mas - dijo su esposa con una vos temblorosa - solo un poco mas.

- Te amo - le dijo mientras le besaba la cabeza - traeré a nuestra hija y al fin estaremos juntos, todos, como una familia.

Maria entonces lo abrazo con aun mas fuerzas.

- Prométeme que nada pasara - dijo levantando la mirada para verlo - por favor.

Andros tomo su cabeza con delicadeza y le beso la frente.

- Nada pasara - dijo con firmeza - ya nada podrá herirnos, te lo prometo.

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