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María no podía creer lo que Ambras le estaba diciendo, ¿Andros enserio habia hecho esas cosas en Sinca?. María se llevo las manos a la cabeza y no pudo evitar sentirse culpable por todo lo que habia hecho su esposo, si lo hubiera obligado a quedarse eso no habría ocurrido.

- ¿Qué es lo que esta haciendo ahora? - pregunto intentado controlar la decepción que sentía por su esposo en ese momento.

Ambras apoyo un pergamino sobre la mesa adelante de ella.

- Por lo que decía la carta de Lord Oscar - dijo Ambras - ordeno que las fuerzas se dividieran, Lord Oscar avanzo por el camino real recapturando todo lo que aun estuviera en manos enemigas y Andros ha hecho lo mismo, pero por el camino mas largo, en las tierras mas centrales de las marcas occidentales.

María pensó en todos los que habían muerto a manos de su esposo y sus fuerzas, ese no era el mismo Andros con el que se habia casado, su esposo era un hombre justo y que siempre luchaba por proteger a su gente, ahora parecia ser mas un tirano inclemente que masacra a todos los que debe con tal de ganar.

- ¿Las gentes de Sinca? - pregunto preocupada María por saber que habia sido de los habitantes de la ciudad.

- No sufrieron ningún daño  - dijo Ambras con claro tono de satisfacción - los únicos que sufrieron la mano dura del consorte fueron los guerreros de mas allá del mar y aquellos nobles que la habían traicionado hace tres años y le habían jurado lealtad al usurpador.

María sintió cierto alivio, pero aun así miles de hombres habían muerto de forma brutal y sus cuerpos habían sido profanados para dar un mensaje a los invasores futuros, entendía que la guerra era así, pero habían una crueldad temible detrás de todo, era como si su esposo estuviera lleno de un deseo de venganza que hacia que María temblara de solo pensarlo.

- Las familias de los nobles fueron perdonadas - dijo mientras se sentaba en una silla y dejaba la espada a un lado - los hijos fueron nombrados señores de los títulos de sus padres y junto con toda su familia fueron enviados aquí, llegaran en unos días escoltados por los hombres del principado.

- Por lo menos no ha tocado a los niños - dijo mientras apoyaba las manos en la mesa - quiero que prepares todo para recibir a los nuevos miembros de la corte.

- Así se hará - dijo mientras la observaba atentamente - ¿Cómo se siente al descubrir esto?.

María observo y agradecía que Ambras intentara hablar con ella, nunca hubiera imaginado que terminaría convirtiéndose en uno de sus mejores amigos y confidentes.

- Dime - dijo mientras observaba la puerta, esperaba que nadie entrara a molestar - en el pasado, cuando juntos marchaban a la guerra, ¿hizo algo parecido?.

Ambras la observo atentamente y entonces se miro las manos y logro ver que comenzaba a recordar cosas.

- Si - dijo algo reservado - en mas de una ocasión cuando marchábamos a la frontera encontrábamos aldeas enteras arrasadas, a nuestros guerreros muertos, sus casas quemadas y sus mujeres llorando venían a nosotros con suplicas y con los cuerpos sin vida de sus hijos, eso las que tenían suerte y no eran secuestradas por los hombres de las tribus.

María escuchaba aquello con tristeza en el corazón, todas esas atrocidades pasaban en el norte mientras en el sur los demás súbditos de Alban disfrutaban de vidas pacificas y abundancia.

- Luego de ver eso todos nosotros no podíamos soportar simplemente tener que hacerlos retroceder - dijo mientras volvía a servirse la copa - Andros ordeno atravesar la frontera, avanzamos por días matando a todos los que se metían en nuestro camino, asaltamos una docena de aldeas y campamentos de las tribus, cientos de hombres fueron masacrados por nuestro guerreros.

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