Claramente María se habia enojado con el por haber abandonado Nirde y querer marchar a Sinca, por eso habia enviado a Sir Eustace para que lo acompañara y el fue el anciano caballero el que le dijo que su esposa claramente estaba furiosa y que queria que regresara.
- Lo lamento Sir Eustace - dijo mientras se levantaba de su asiento - pero esta guerra debe terminar, no me quedare en Nirde de brazos cruzados.
- Deberías volver a Nirde sobrino - dijo Lord Oscar poniéndose del lado del caballero - esta guerra ya a durado tres años, tres años que pudimos afrontar sin tu ayuda, ya has sufrido suficiente, deberías descansar.
Andros sonrió pero molesto e inclino la cabeza sobre la cena que aun tenia en frente. Últimamente todo lo que comía sabia excelente, incluso lo que cocinaban sus primos que mas que comida se podría usar como arma contra el enemigo. Andros supuso que se debía a la mierda que lo hacían comer durante su encierro.
- Ahora tengo una hija - dijo Andros con firmeza - lo que mas deseo en este mundo es conocerla, pero no me atreveré a traerla a Nirde, no hasta que la guerra haya terminado, como bien dices tío, ya he sufrido los últimos tres años, tres años de torturas y creyendo que todos a los que amo estaban muertos. No, marchare a la guerra, acabare con todos los enemigos de Alban, no permitiré que quede con vida ninguna amenaza a la vida de mi hija.
Su tío volvió a sentarse en su asiento y miro al caballero.
- No vengo a obligarlo a volver a Nirde - dijo el caballero - pero se que eso es lo que haría feliz a nuestra reina.
- Sir Eustace tiene razón Andros - dijo Oscar mirando la mesa - la reina lloro por ti durante años, no puedes irte sin mas, sin siquiera despedirte y dejarla sola.
- ¿Crees que lo hago por que esto es lo que deseo? - pregunto sorprendido por lo que su tío le decía.
Su tío negó rápidamente.
- He luchado toda mi vida - dijo molesto mientras se levantaba - tu mismo me viste volver con los cuerpos de mis hermanos, con mi propio cuerpo destrozado por el combate, no disfruto hacer sufrir a la mujer que amo, no disfruto mandar a los hombres a una muerte segura, lo hago porque es mi deber, sigo siendo Andros Whitewood, consorte de Alban y defensor del reino.
Andros dejo su plato a medio terminar y se dirigió a entrada de la tienda de su tío.
- Por favor muchacho - dijo su tío levantándose y alcanzándolo - debes admitir que esto es una locura, puedo dirigir al ejercito junto con Malco y mis hijos, no es necesario que vengas, toma tu caballo, una escolta y vuelve a Nirde.
- Es mi ultima palabra - dijo Andros - ya no sigo ordenes de nadie, ni siquiera de ti tío.
Durante el resto del viaje a occidente no volvió a hablar con su tío, el señor de Las Diez Forjas enviaba a sus hijos en su lugar cuando debían decidir como proceder. Al final habían acordado rodear la ciudad y ponerla bajo asedio, pero Andros el día anterior a su llegada a la ciudad habia enviado a un mensajero, deseaba parlamentar con quien quiera que fuera el hombre que se autoproclamaba rey de Sinca.
Entonces, cuando por fin llegaron a la ciudad vio que enfrente de la puerta habia un centenar de hombres que al verlos llegar se acercaron liderados por un alto hombre que estaba entre ser un anciano y un hombre joven. Llevaba una armadura de cuero reforzado por laminas de hierro, llevaba un hacha en el cinturón y llevaba una capa de piel de ciervo en la espalda. Sus penetrantes ojos negros lo analizaron cuando estuvieron reunidos entre los muros de la ciudad y la gran columna del ejercito de Andros.
- Tal y como usted pidió - dijo el hombre mientras apoyaba su mano en el hacha, como si se preparara para luchar contra Andros - estoy aquí para hablar.

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Legitima
RomanceEste libro es la secuela de El Consorte y La Reina, recomiendo que vayan a leerlo primero. Nirde ha caído, Andros ha desaparecido y fue dado por muerto. Los ejércitos de Alban se encuentran desmembrados por todo el reino y Maria debe prepararse para...