Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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Geralt y yo hemos hecho las paces, pero en secreto sigo yendo a batirme contra el circuito de entrenamiento. A solas.
¿Es una mala idea? Pésima, seguramente. Si me pasa algo, tendré suerte si encuentran mi cadáver antes de que los lobos lo devoren.
Pero he soñado con el circuito. Que me ganaba, que podía conmigo, y me despertaba frustrada y sintiéndome mal. Sigo recibiendo golpes, pero paso a paso voy consiguiendo pasar cada parte del circuito. Por cada avance, recibo veinte golpes o más, pero no dejo que eso me pare.
Se suponía que no podía ganar a un brujo en combate, y lo hice dos veces aquel día. Y lo he conseguido varias veces más.
Vuelvo cojeando levemente a Kaer Morhen, pero satisfecha porque he conseguido pasar las dos primeras pruebas sin un rasguño. Me caí en la cuarta, pero es un avance.
Aprovechando que aún falta un rato para que vengan a cenar, aprovecho para practicar los ataques en movimiento en el comedor, ya que Lambert destrozó mi maniquí.
Por más que me muevo e intento cambiar mi centro de gravedad, sigo resbalándome y perdiendo mi objetivo. Quiero gritar de frustración al sentir las quemaduras en mis rodillas por las rozaduras cuando escucho una voz a lo lejos.
-Sigues mirando hacia abajo. Por eso pierdes el equilibrio.- Miro hacia arriba sorprendida al escuchar la voz de Coen. Se acerca a mí con determinación, con gesto de paz.- Tus enemigos no están en el suelo.- Explica mientras me corrige la postura, alzándola hacia el frente.- Repite otra vez. - Se aparta apoyándose en uno de los bancos, mientras me observa repetir el movimiento desde el principio.- Eso es, mantente firme. Mira al frente.- Y esta vez no me resbalo.- Otra vez.
Repito y repito bajo sus indicaciones hasta que empezamos a escuchar barullo y voces de la gente entrando al comedor. Asiente hacia mí y me palmea en el hombro.
-Buen trabajo, Ailith.- Comenta tan bajo que casi no lo escucho.
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