XII- El carnicero de Blaviken

776 106 0
                                    

Ya de noche, en la posada tras calmar las feroces garras del hambre, relato al bardo lo que ocurrió en el castillo encantado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ya de noche, en la posada tras calmar las feroces garras del hambre, relato al bardo lo que ocurrió en el castillo encantado.


-Mañana nos iremos, al amanecer.- Declaro sin posibilidad de réplica, acostándome sobre el duro catre, cruzando los brazos sobre el pecho y cerrando los ojos, sabiendo que no dormiré.

-¿Y las monedas? Estamos un poco escasos de fondos tras el viaje directo.

-No me quedaré aquí ni un minuto más de lo necesario. Nos las apañaremos.- Escucho el catre de al lado chirriar con el peso pluma del juglar.- O siempre puedes irte el resto de tu vida a la Corte y dejar de quejarte por las penurias que tú mismo te infliges.- Suelto sin esperanza, pero por probar que no quede.

-Mi estimado y malhumorado amigo, no he llegado hasta aquí para abandonar. Ya tengo una fama, ahora debo ganarme la inmortalidad de mi nombre.- Gruño desencantado.

-Duérmete ya. Mañana no quiero escucharte ni un lloriqueo porque salgamos antes de que cante el gallo.

-Grúñeme lo que quieras, pero por mucho que lo niegues, sé que es el destino el que no te deja dormir. Ese agujero dentro de ti. Quema en tu mente, te mantiene despierto por la noche...

-No puedo dormir.- Corto, rechinando los dientes.- Insomnio. Eso es lo único que hay.

-El insomnio tiene un nombre. Destino. Y el destino tiene nombre propio, y una historia que compartís.- Insiste.

-¿Duermes o te pongo yo a dormir?- Amenazo, harto.

-Ella te importa tanto como para ponerte en contra de uno de los hechiceros más poderosos. Si eso no es un amor destinado...

Con los primeros indicios de los rayos de sol, llenamos nuestras alforjas con las escasas pertenencias y nos preparamos para partir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con los primeros indicios de los rayos de sol, llenamos nuestras alforjas con las escasas pertenencias y nos preparamos para partir.

Tenemos que atravesar el mercado, y a pesar de que debería estar vacío, no es así. Pronto somos rodeados por un grupo de mercenarios, los cuales no tengo ninguna duda que han sido pagados por Stregobor.


-¿Huyendo, mutante?- Suelta el líder tras escupir al suelo. Gruño mientras pongo los ojos en blanco y desmonto de Sardinilla, agarrando mi espada de acero, ya desenfundada.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora