XXVI- Cuando el Caos no es suficiente.

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Usamos las habilidades de rastreo de Ailith y mis sentidos de brujo para caminar por las oscuras alcantarillas hasta que finalmente, en lo que pareció un tiempo interminable, encontramos una celda con los niños.

O con lo que queda de ellos.

La imagen parece salida de las peores pesadillas inimaginables. Si el recuerdo de los niños en el proceso de transformación de Kaer Morhen ponía los pelos de punta, comparado con esto, era el paraíso.

Muchos de ellos ya están muertos en el suelo, desangrados, con cuencos bajo los tajos en la tierna carne recogiendo el líquido vital.

Los que todavía penden de un hilo, están colgados de las rejas, para que la sangre caiga más rápido por gravedad. Completamente magullados. Por su saliva espumosa, envenenados.

Tienen heridas abiertas hasta el hueso, infectadas.

He visto cosas horribles en mi existencia. Pero nada me ha hecho apartar la mirada como esto. La bilis sube a mi garganta y tengo que obligarme a tragar las náuseas.

Ailith no lo consigue y vomita en una esquina. Pero se obliga a recomponerse con rapidez y corre a abrir la celda y a poner con delicadeza a los moribundos en el suelo.

Comienza a susurrar hechizos, con las palmas sobre los pequeños cuerpos destrozados, pero puedo ver perfectamente como el pecho de cada uno deja de moverse.

Las lágrimas empiezan a recorrer las mejillas de la bruja mientras, desesperada, grita ahora los hechizos, hasta que sus ojos y nariz comienzan a sangrar.


Me apresuro a abrazarla y a apartar sus brazos para deje de usar su Caos, antes de que se haga más daño. Siento humedad cuando pego el rostro a su pelo, y me doy cuenta, con sorpresa, de que yo también estoy llorando. No pensé que podría ser posible.

-¡Suéltame, suéltame!- Grita desesperada.

-Detente, Ailith. Llegamos demasiado tarde.- Susurro usando mi cuerpo como escudo mientras intenta zafarse en plena angustia.

-¡No! ¡Tengo que intentarlo!- Grita entre llantos.- ¿De qué sirve esta mierda de poder si no puedo salvarlos?

-Lo siento, Ailith.- Es lo único que puedo decir, mientras la arrastro lejos de los cuerpos y la abrazo contra una esquina. Ella, llorando con su dolor a gritos desde el pecho. Yo, temblando, escondiendo mis lágrimas y el dolor en el hueco de su cuello.

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THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora