Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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Esperé pacientemente a que terminara el entrenamiento y todos hubieran cenado y comenzaran a irse a sus habitaciones. Esperé, escondida entre las sombras, a que Geralt llegara al pasillo que conducía a su habitación.
Lo agarré del brazo para pararlo en cuanto pasó por mi lado, el deseo de que no me ignorara mayor que el latido de mi corazón vergonzosamente rápido por estarlo tocando por primera vez. Me había escuchado, olido o lo que fuera, por supuesto, pero en las sombras, creo que pude distinguir una leve sorpresa en su expresión cerrada habitual cuando bajó los ojos lobunos a mi mano sobre su antebrazo.
-Aquí estoy. - Escupo nerviosa casi tartamudeando. Una de sus cejas se alza.
-Puedo verlo. - Chasqueo la lengua enfadada conmigo misma por mi poca habilidad con las palabras.
-Dijiste que te hablara si quería hacer algo más que mirar. Aquí estoy. Acepto. - Solo se queda mirándome durante largo rato mientras mi pecho sube y baja con nerviosismo. Mi mente se mueve a gran velocidad intentando pensar en todas las respuestas posibles que dar ante su negativa para convencerlo. - Siempre he querido, desde que llegué. Le dije a Vesemir que lo acompañaría si me enseñaba a usar sus espadas. Aunque lo prometió, ahora se niega por más que se lo pido. - Su expresión pasa de la ironía a la sorpresa. No sé si porque le puse condiciones a su jefe, porque quiera luchar o porque ha visto que su oferta va en contra de las órdenes de Vesemir.
-Hmm...- Murmura.
-Geralt, por favor, eres mi única oportunidad. Sabes perfectamente que necesito saber defenderme. No me falles tú también...- Ruego. Con una delicadeza de la que no lo creía capaz, coge mi muñeca y la aparta de su brazo. Por más despacio que lo haya hecho no evita que me sienta rechazada.
-Después de las clases y las comidas tenemos un pequeño descanso. Te esperaré en los establos. Sé discreta.
De nuevo, no se despide cuando echa a andar a su habitación. Para cuando consigo susurrar un gracias, no puedo estar segura de que me haya oído por encima de la cerradura de la puerta.
Por más problemas de confianza que tenga en la gente, debo hacerlo a ciegas con él, sé que ahora estoy en sus manos. Curiosamente, no me aterra esa posibilidad, sino que siento que puedo fiarme de él.
Esa noche, por más agotada que estoy al terminar el día, sólo consigo dormir a ratos. Culpo a la emoción de empezar mañana mi entrenamiento por fin, pero, en el fondo, creo que el hecho de haber hablado y rozado a Geralt por vez primera tiene algo que ver.
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