III- Un pedido inaceptable

815 125 4
                                    

Desmonto de mi yegua, Nyx, cuando llego a Heingfors, la capital de Caingorn

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desmonto de mi yegua, Nyx, cuando llego a Heingfors, la capital de Caingorn.

Tras varios días viajando a caballo, había decidido probar suerte en la capital, ver si podía ganar algunas monedas para abastecerme y conseguir un buen baño para quitarme la roña del viaje y una cama bajo un techo.

Miro con aburrimiento el tablón de anuncios, sin encontrar ninguna misión de brujo. Así que me dirijo por las posadas que encuentro a dar voz sobre mis servicios como hechicera y, con suerte, conseguir algunos ducados que me sirvan para dormir esta noche.




El boca a boca no falla, y las necesidades humanas tampoco, por lo que en pocos días la bolsa crece a buen ritmo. No necesitaré muchas jornadas más para poder reemprender mi camino.

Tras la tercera limpieza de mal de ojo del día, mordisqueo una manzana mientras cuento las ganancias de la jornada. No tengo mucho tiempo de descanso cuando una misteriosa mujer engalanada con una capa de caros materiales e intrincados bordados, se sienta en la silla de enfrente sin esperar invitación.

A duras penas puedo ver su rostro, ella lo quiere así, y yo, con mi antifaz, no estoy en posición de pedir que se descubra. Además, está claro que esta mujer, a diferencia de la mayoría de mis clientes, tiene un presupuesto bastante ilimitado.


-¿Qué puedo hacer por usted?- Inquiero guardando mi tentempié y las monedas en el morral.

-Venganza. Años y años de aguantar las infidelidades de mi marido y las burlas de la gente que conoce un secreto a voces. Quiero que pase por la pesadilla que me ha hecho sufrir.- Alzo las cejas ante el odio más que evidente que instila su voz.

-¿Y qué puedo ofrecerle? Imagino que rastrear a las amantes no. ¿Una pócima para provocarle impotencia tal vez? ¿Provocar que la venérea, que seguro ya tendrá, florezca antes de tiempo y de la forma más dolorosa imaginable? Puedo realizar muchas cosas. ¿Alguna preferencia?

-Quiero que invoque al demonio que provoca pesadillas.- Me tenso.

-¿Quiere que invoque a un mahr?- Pregunto incómoda. Por supuesto que no tenía que saber que yo era un brujo que se dedicaba a cazar monstruos, no a atraerlos; pero aun así era una petición muy peculiar... y peligrosa.

-Lo que me pide no es posible.- Me niego en rotundo. Ni por todo el oro que pueda ofrecerme.- Es una idea terrible que puede volverse en su contra muy fácilmente. Puedo ofrecerle muchas soluciones, muy variopintas y de distintos niveles, sin tener que involucrar a un monstruo que no puede domarse.

-Haz lo que te he pedido. No intentes venderme otra cosa.- Avisa enfadada.

-Aunque lo hiciera no podría asegurarle que el mahr obedecerá sus deseos. Y una vez hecho el trabajo, si es que lo hace, hay que preocuparse de devolverlo a donde pertenece. Y no es fácil, son escurridizos.- Intento hacerla entrar en razón.

-No he acudido a ti a por consejo.- Lanza un saco de monedas con desprecio.

-Lo siento, señora, pero no voy a hacerlo.- Me cruzo de brazos en negativa. Ella suelta un sonido entre chillido y gruñido, indignada, y se levanta con un chirrido del asiento, recogiendo malhumorada el saquito de oro.

-Muy bien. Buscaré a un mago de verdad que sea capaz de hacerlo.- Suelta con inquina, antes de irse airada y cabreada de un portazo.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora