Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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Aquella sería probablemente nuestra última noche en Skellige.
Geralt me había convencido de seguir con el plan establecido, y el haber escapado del Continente me había hecho sanar heridas que ni sabía que tenía.
Aunque todavía quedaban.
Termino mi tercer vaso de agua junto con lo que quedaba de mi cena en la pequeña taberna. Ni siquiera estoy segura de que sea potable (aunque no me haría ni cosquillas con la mutación), pero no tenían zumo de manzana. Con una mueca de asco ante el regusto que NO debería dejar el agua en la boca, hago girar el tosco vaso entre mis dedos.
Geralt me mira divertido mientras mastica su cena y la que ha dejado intacta Jaskier mientras se ha ido a socializar. Me tiende su jarra de cerveza y yo, aunque reticente, bebo un sorbo para quitar el sabor. Y empeora. Tanto, que no puedo evitar escupir al suelo.
-¿Cómo puedes beber esto? Sabe a meos de cabra.- Protesto mientras froto la boca con el antebrazo. Se encoge de hombros antes de terminar la bebida.
-Es una de las peores cervezas que he probado, pero calma la sed, y, sobre todo, los pensamientos. Deberías probarlo, tanta agua va a criar ranas en tu estómago.- Entrecierro los ojos.
-Sí, porque tú eres un experto en acallar pensamientos.- Ataco sin pensar. Sé que no debería, pero es difícil quitarse las costumbres de toda una vida.
Su ceño se frunce, irritado, y deja con un golpe la jarra sobre la mesa haciéndola temblar. A otra persona la amilanaría, a mí no, pues no dejo de mirarlo rencorosa.
-Si me vas a echar algo en cara, sé directa.- Replica enfadado.- Porque estoy realmente cansado de tus pullas en cualquier conversación. Seré culpable de muchas cosas, Ailith, pero no de que más de setenta años después no te hayas hecho a la idea de ser una bruja.- Su contestación quema como alcohol sobre una herida abierta.
-¿Sabes lo que significa que te lo arrebaten todo? Las posibilidades, la paz, una familia...- Me defiendo entre dientes, golpeando mi índice contra la madera ajada.
-Sí, lo sé. Pero no todos tenemos la oportunidad de quejarnos toda la vida por ello. Algunos no tenemos más posibilidad que seguir adelante.- Y su contestación me baja los humos muy rápido.
Avergonzada, me cruzo de brazos y me apoyo contra el respaldo, mirando a otro lado.
Escucho como suspira, golpeando los platos contra la mesa y arrastrando la silla.
