Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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Nos encontramos bordeando las montañas cuando el cielo, antes apacible, se vuelve oscuro y tormentoso de un momento a otro.
-Va a caer una buena tormenta.- Comenta Jaskier despreocupado.
Geralt y yo nos miramos cuando nuestros medallones comienzan a vibrar a la vez. Cuanto más nos acercamos, más vibran y más inhóspito se ve el paisaje.
Donde antes había bosque, ahora sólo hay un desértico claro, extenso de restos muertos de naturaleza. Los pájaros que antes trinaban se han callado. Los caballos comienzan a relinchar nerviosos bajo nosotros. Un olor a ciénaga se cuela por mi nariz cuando el viento se arremolina cerca de nuestra posición.
-El viento aúlla.- Murmura Geralt entre dientes, atento.
Cierro los ojos y me concentro en estirar al máximo el alcance de mis sentidos de brujo y me ayudo del Caos. Lo que me temía, un nido de kikimoras. Sólo siento a la reina, que debe estar poniendo huevos, y un par de obreras.
Salto de la montura y se la tiendo a Jaskier.
-¿Qué hacéis?- Pregunta alarmado.
-Hay un monstruo cerca. Varios. El olor cada vez es más fétido.- Explico.- Coge a los caballos y ponte a salvo cerca del río. Iremos a por ti en cuanto terminemos.
-Pero...
-¿Quieres partirle el laúd en la cabeza? ¿O tal vez cantarle una sátira, a ver si se va bailando?- Ataco impaciente.- Me encantaría verlo, pero no me apetece tener que enterrarte después.- El bardo boquea sin saber qué decir antes de coger nuestras riendas y hacerme caso.
-¿Kikimora?- Pregunta Geralt entre dientes. Puede no tener tanto poder como yo, pero de inteligencia no anda corto y ha llegado a la misma conclusión. Asiento.
-Una reina y dos obreras. Una para ti y la otra para mí. Quien la mate el último es un pedo de troll.- Sonrío ante el desafío. Geralt se contagia de mi sonrisa y sólo le falta frotarse las manos con ganas.
-¿Y vosotros sois los que tenéis casi un siglo?- Exclama Jaskier antes de irse soltando blasfemias sobre lo idiotas que somos.
Ambos bebemos la poción de aumento de las habilidades, gruñendo mientras el veneno quema nuestras venas y cambia nuestros ojos permitiéndonos ver perfectamente en la oscuridad que rodeará el pantano.
