XXVII- Cuando quieres ahogar unas penas que flotan.

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No estoy muy seguro del tiempo que pasó hasta que Ailith volvió a emergir de la superficie.

Empapada en sangre ajena, su gesto no mostraba otra cosa que puro vacío. Ni venganza, ni furia, ni tristeza... nada.

Y eso probablemente fuera lo más preocupante.


-Ailith...- la llamo preocupado, acercándome, pero se aparta de mi trayectoria levantando la mano.

-Estoy bien.- Suelta en automático, con una voz sin sentimiento.



No la creo, por supuesto. Ella siempre dirá "Estoy bien, lo tengo", incluso con lágrimas en los ojos.



-Lo de ahí abajo...- Vuelvo a intentarlo. Se detiene y se voltea.

-No.- Me corta, dejándomelo muy claro.- Ahora sólo quiero adecentarme, recoger mis cosas y partir mañana al amanecer. Pienso dormir tan profundo como me permita el láudano. Apúrate, tenemos que darles la noticia y que puedan llorar a sus muertos.- Y vuelve a echarse a caminar sin mirar atrás.



Cuando llegamos a la taberna, donde gran parte del pueblo junto al alcalde nos espera, nuestros rostros son suficientes para decir sin palabras que el rescate no ha salido bien. Comienzan a escucharse lloros y lamentos al fondo, y pocas veces me he sentido tan impotente.


-Puedo hablar yo, si lo deseas.- Me ofrezco, aunque preferiría que un basilisco me mordiera el trasero. Niega con la cabeza.

-Gracias, pero sabemos que el don de la palabra no te ha tocado, precisamente.- Contesta como un hecho, no como un insulto. Toma aire y se aclara la garganta, antes de levantar la voz para que sus palabras se escuchen claramente.- Sé que nada de lo que digamos puede daros alivio, pero quiero que sepan que lo sentimos. Lo intentamos, pero no llegamos a tiempo. Solo puedo prometer que todo ha acabado. Si me permiten un poco de tiempo, les prepararé a todos una pócima para que puedan dormir sin pesadillas, sin coste alguno. Si el jefe de la guardia desea acompañarme, le daré todos los detalles en privado.- Un silencio sepulcral se cierne sobre la taberna, no hay reproche, sólo tristeza y dolor. El general se acerca a nosotros, pero yo detengo a Ailith.

-Yo le daré la ubicación y lo que necesitan saber. Ve a limpiarte.- No es un imperativo, pero no voy a dejarle tampoco otra opción. No sé cuánto más se llevará al límite antes de romperse. Asiente en agradecimiento y se va escaleras arriba.




Cuando termina de repartir todos los inductores de sueño, puedo ver el agotamiento pesando sobre sus hombros.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora