XI- El mal menor.

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-El destino tiene muchos rostros, brujo. El mío, por ejemplo, es bello por fuera, pero... es horrible por dentro. Sus sangrientos espolones me acechan...- Comienza a relatar mientras me muestra en su mano una apetecible manzana roja.

-Los magos sois todos iguales.- Suelto perdiendo la paciencia.- Decís tonterías mientras ponéis caras solemnes. Hablad de forma comprensible.


El cabreo solo aumenta cuando recuerdo las vueltas que me dio Ailith hasta que conseguí saber la verdad. Qué bien había aprendido de los magos...

Molesto, hace desaparecer la manzana.


-¿Has oído hablar de una hechicera solitaria, con gran dominio de la magia, que además lucha como un brujo?- Aprieto la mandíbula impaciente.

-Algo he oído. Como todos, imagino. Pero la gente tiende a magnificar las cosas para que las leyendas no se olviden de taberna en taberna.

-Llevo muchos años estudiando esas "leyendas", como las llamas. Un bebé que nació durante la peor tormenta que se recuerda, criada por humanos, después por brujos y por último por hechiceras. Con ojos de un verde tan vivo que semejaban inhumanos, cuyos gritos eran fruto del mismo Caos y que podrían destruir el mundo... Una Fuente de Caos, la única que ha sobrevivido más allá de la primera infancia sin ser destruida por su propio poder. El mismo que puede hacer el mundo arder, terminar con nuestra forma de vida, crear una guerra peor que la que llevamos soportando todo este tiempo. Desapareció antes de que pudiéramos ayudarla, siendo una joven muchacha que acababa de terminar la infancia. No tenía riquezas, ni tierras, ni ejército, sólo sus poderes descontrolados y un entrenamiento de brujo. Se mantuvo con vida, trasladándose de un lugar a otro, dejando muerte y terror allá por donde pasaba, mientras culpaba a unos monstruos que ella luego decía cazar para ganarse el favor y la confianza de la gente. Lleva meses desaparecida, pensamos todas esas veces que se volatilizaba que un monstruo la había devorado, o que su propia maldición la había consumido, pero sigue apareciendo.


Con cada sarta mayor de mentiras, tengo que contenerme más para no romperle el cuello. Qué convenientemente en la historia faltaba la parte de todo lo que hicieron.

Agradecía haber aprendido a no mostrar mis emociones durante tantos años, porque mostrar cualquier debilidad aquí podría ser el final. Para mí y para ella.


-Um... no rima.- Contesto con guasa, manteniendo mi expresión seria, mientras me apoyo en la fuente.- Las buenas predicciones riman.- Al mago no le hace ninguna gracia.

-Está adquiriendo poder con cada paso. Todas las informaciones que me llegan son extremadamente preocupantes: es puro Caos. Descontrolada y con la fuerza de un cuerpo adulto con habilidades, puede destruir el mundo. Si no la paramos, llenará los ríos de sangre: humanos, magos, brujos. Nada le importará.- Intenta convencerme, cada vez perdiendo más el temple.

-Y vos sois uno de los objetivos.- Expongo.

-¿Pensáis que soy un cobarde? ¿Un necio?- Inquiere enfadado.

-Jamás insinuaría tal cosa.- Contesto serio, sarcástico internamente.- ¿Qué quiere de mí?

-Sabes cómo lucha un brujo y te has enfrentado con éxito a multitud de monstruos. Tráela con vida e intentaremos ayudarla, si es que queda algo de humanidad que salvar.

-¿Y si muere?

-Es el mal menor.

-Si habéis fracasado en encontrarla todo este tiempo, ¿por qué iba a ser yo exitoso en vuestra labor humanitaria?- Pregunto mordaz. Puedo notar que estoy acabando con su paciencia y simpatía. Ya somos dos.

-Está hecha de Caos, como los monstruos. Y es inusualmente hábil con la espada, dicen que ningún humano ha podido derrotarla.

-Pero vos no sois humano, sois un mago.- Aprieto sus tuercas. Aprieta los labios, mientras mira a los lados, nervioso.

-Es inmune a la magia. Como todos los mutantes.- Admite, por fin, que la mutaron como a mí.


Y me mira intencionadamente, como diciéndome "Eres la clase de monstruo que puede matar al monstruo de tu misma clase." Halagador.


-Parece una gran mujer.- Suelto con sorna, cruzándome de brazos.

-Y está sola, sediada, sin familia para guiarla ni protegerla. - ¿Esperaba que me creyese su pena misericordiosa? -Mátala si es necesario.- Insiste.- Te pagaré lo que sea.

-Yo mato monstruos.- Sentencio entre dientes.

-Una kikimora mata por hambre, The Witchess mata por placer. Es el peor monstruo que puedes encontrarte.- Su bigote tiembla mientras pierde la paciencia.- Tiene el poder para destruirnos a todos.

-No creo que nadie tenga ese poder.- Me acerco a su rostro, intimidándolo, para que su miedo no sea que Ciri vaya a por él, sino que yo la acompañe.


Me doy la vuelta, comenzando a irme de este despropósito.


- Con el destino del Continente en juego, ¿es un riesgo que estás dispuesto a correr?- Matar a the Witchess es el mal menor. -Me grita a mis espaldas. Me volteo justo enfrente del arco que separa los muros y el jardín.

-El mal es el mal, Stregobor. No importa lo que elijas, saldrás ensangrentado y odiándote a ti mismo. Menor, mayor, intermedio, es todo lo mismo. Yo no te juzgo. Yo tampoco he hecho sólo el bien en mi vida. Pero ahora, si tengo que elegir entre un mal y otro, prefiero no elegir.


Y esa es mi forma de decirle que me niego a hacerle ningún daño a Ailith. Pero que, si él se mantiene fuera del camino de ambos, hiciera lo que hiciera en el pasado, no lo heriré. Esa no es mi lucha.


Por la mirada furibunda y calculadora que me lanza, sé que sabe que hay algo más detrás de mi negativa.

Aunque no le haya dicho que conozco a Ailith, que he luchado con ella, que guardo cariño por lo que fuimos de niños; se imagina que no me niego solo por una moral intachable.

Todavía no he salido por las puertas cuando la ilusión se desvanece, quedando un frío y desgastado castillo carcelario.

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THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora