I - El bardo que no sabía cantar.

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  Setenta años después

Trago los últimos restos de cerveza caliente que quedan en el sucio vaso

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Trago los últimos restos de cerveza caliente que quedan en el sucio vaso. En todos mis años de andanzas por el Continente, había probado muchas cervezas, pero ninguna tan mala como esta.

Lo raro era encontrar una bebida que estuviera sabrosa en las tabernas y posadas que frecuentaba, las mejores estaban probablemente, en los burdeles. Pero solía evitarlos porque dejaba más monedas de las que debía entre bebida y mujeres.

Y el vacío de mi pecho nunca terminaba de llenarse.

Mi nariz se ensancha de nuevo ante el olor agrio de esta mal llamada cerveza, y no sé si es peor su olor o su sabor a cebada en mal estado. Si tal vez hubiera estado fría...

El hecho de que mi última moneda se haya gastado en esta cerveza me pone de peor humor aún. Debería haber elegido el pan con queso para llenar el estómago, pero la cerveza no se puede cazar y el alimento sí.

Maldito pueblo de Posada.

Las misiones para las que se requerían brujos habían sido poco menos que un chiste, y además de pocas, habían dado pocos beneficios. Tendría que seguir rumiando a qué pueblo dirigirme en los últimos coletazos del otoño antes de volver a Kaer Morhen más pelado que un pollo al horno. El problema era que la gente confiaba muy poco en los Brujos, y con las guerras tampoco tenían dinero para pagar nuestros servicios. Y no estaban las cosas como para caminar durante días a ciegas.


Aprieto la mandíbula cuando el estridente sonido del laúd desafinado y la letra repetitiva del cargante bardo de poca monta sigue clavándose en mis sienes, sin dejarme escuchar siquiera los pensamientos de mi cabeza.

A salvo estás

O eso crees

Pero en Posada

Mejor cauto ser.

En pico el punzón,

Está ojo avizor

O un dragón que vuela

El horror te desvela.

Será la poción que haga la bruja

A la parienta abortar en la aguja...




Su último falsete es lo que termina de hartar a un público nada comprometido, y así se lo hacen saber cuándo comienzan a tirarle restos de pan duro y tomates.

-¡Abórtate tú!- Le grita el campesino que comienza con el ataque.

-¡Oye, oye, por favor!- Responde en retirada, intentando que no golpeen su cara. Los gritos e insultos ganan adeptos en la taberna.- ¡Idos a la mierda! –Termina por soltar, intentando mantener la miseria de dignidad que queda.- Me alegra poder manteneros a todos unidos así.- Protesta con sarcasmo mientras se sienta de nuevo en la esquina, dejando su laúd infernal.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora