IV - Encadenada.

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Aretusa


A pesar de la mazmorra bajo tierra, puedo oler el salitre del mar que rodea la isla donde se encuentra Aretusa.

Recuerdo aspirar la brisa con todas mis fuerzas a través del ventanuco de aquella aislada torre donde pasé todos mis años aquí en busca de cualquier contacto con el exterior.

Y no sé si es por este aluvión de recuerdos infelices al estar en el mismo sitio después de casi un siglo, o si por el encadenamiento en la oscuridad a la espera de mis enemigos mortales, o una mezcla de ambos, pero el frío se ha infiltrado bajo mi piel hasta mis huesos y siento que nunca se irá.

El duro y frío asiento de piedra negra en el que me sentaron, atada con dimerita, aumenta lo helado que se siente mi cuerpo. Sé que ha sido usado para interrogatorios y torturas, e inconscientemente mis dientes castañean, enviando pinchazos a mis huesos ya doloridos por tantos días sometidos a la dimerita.

El sonido que reverbera en la celda solitaria es el chasquido de dedos que le hace falta a mi cerebro para darse cuenta de que no puedo dejarme llevar por la desesperación, que tengo que sobrevivir como sea.

Porque por mis venas corre la sangre del dragón, y un dragón jamás tiene frío. Debo buscar mi propio fuego interior para derretir el hielo que cubre mi maltratado cuerpo.

Porque nadie puede esclavizarme excepto yo.

Tengo que ser yo quien rompa mis propias cadenas, arrancar la libertad de mi garganta, dejar que me crezcan alas y dientes de dragón.

Recordar cómo mi propio aliento puede provocar incendios, por mucho que hayan asfixiado mi Caos.

Porque el Caos vive en mí.

Como el fuego.



Una antorcha deja una estela luminosa en los muros húmedos de mi celda cuando se acerca por el pasillo y se cuela a través de la claraboya de la puerta.

Cuadro mis hombros en mi posición, altiva como si estuviese sentada cómodamente en un trono y no en mi prisión.

Trago el gruñido animal de mi garganta cuando uno a uno los tres magos entran en la estancia, pero saboreo la pequeña victoria de ver en sus ojos la desconfianza y un deje de temor.

Apoyan varias antorchas en la pared para iluminar completamente la celda, no queriendo estar en desventaja conmigo de ninguna de las maneras, puesto que sus ojos tienen bastante menos capacidad de visión nocturna que los míos de Brujo.


—Finalmente volvemos a encontrarnos.— Sisea Stregobor como saludo, el orgullo de la victoria filtrándose en su voz. Entrecierro los ojos en respuesta.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora