Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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-Bien, decidido entonces. ¡Tengamos sangre y destrucción!- Exclama Jaskier estirándose antes de meterse en la tienda y comenzar a roncar en poco tiempo.
Nosotros no tardamos en seguirlo, aunque nos cuesta mucho más entregarnos a Morfeo.
La luz de la luna entra por el pequeño ventanuco. Es la única luz junto con una solitaria vela a medio gastar. La casa es pequeña, diminuta casi, pero consigue mantenerse caldeada con un pequeño fuego en la chimenea.
Pienso en nada y en todo a la vez, observando las motas de polvo que danzan a la luz del satélite.
Escucho unos pasos, y veo a Geralt entrar. No lleva armadura, sino unas remendadas y sencillas ropas de aldeano. Es entonces que me doy cuenta de que yo tampoco llevo ni mi armadura ni mis espadas, sólo un vestido de basta tela por encima de una camisola.
En esta situación tan extraña que no comprendo, el verlo se siente como un pilar confiable y me lanzo a abrazarlo exclamando su nombre con alivio.
Él me devuelve el abrazo, aunque confundido por mi nerviosismo.
-Estaba en el mercado, Ciri.- Me contesta con voz dulce y tranquilizadora. Acaricia mi rostro con la más cariñosa de las caricias.- He ganado unas monedas gracias a tu huerto.- Me informa contento.
Acaricio el dorso de sus manos, que todavía reposan sobre mi cara, y después las paso a su rostro, sintiendo el inicio de la barba bajo las yemas de mis dedos. Sus manos se posan en mis caderas, acercándome a él, y con una sonrisa, me besa.
Cierro los ojos, sintiendo sus labios cálidos y suaves moverse contra los míos, y la preocupación se esfuma.
Sólo se separa para sonreírme con amor, mirándome a los ojos.
-Estoy deseando que envejezcamos juntos. Tú, yo y ella.- Y entonces se arrodilla en el suelo, apoyando su mejilla contra mi barriga abultada de embarazada, sus palmas acariciando con devoción a nuestra hija a través de mí.- La familia con la que siempre hemos soñado. No puedo esperar a conocerla.
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