XXIX - ¿Valió la pena?

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Cuando cruzo las puertas de la fortaleza de Kaer Morhen al amanecer siguiente, el peso es demasiado grande para mis hombros.

Nunca podré olvidar esos ojos de la niña que conocí, en el rostro de la bella mujer en la que se había convertido, rogándome por piedad.

Y como monstruo que soy, aunque clame que los mato, miré a otro lado. Y ahora ella está muerta.


Dejé que se la llevaran, pensando en que era lo mejor para ella y para todos.

Dejé que la envenenaran, pensando que era lo mejor para la humanidad y para los Brujos.


Los pesados pasos de alguien que se acerca corriendo me hacen levantar la cabeza. Y el peso sobre mis hombros se hace más grande.

Geralt se acerca con prisa, sus ojos dorados buscando por todas partes cualquier rastro de Ailith.


Ayer antes de irme le dije que iba a buscarla a Aretusa, que su formación había terminado, y le preguntaría si querría volver a Kaer Morhen. Una mentira a medias, pero algo tenía que decirle al muchacho, ya hombre, que me taladraba con mirada inquisitoria.


Ailith seguramente no lo reconocería. Había doblado su tamaño, tanto de altura como de músculo, y todavía no había alcanzado su crecimiento adulto. Ya no estaba calvo, sino que un brillante pelo blanco como la nieve le llegaba ya por debajo de las orejas.


Cuando llega a sólo unos pasos de distancia de mí y ve mi rostro, el dolor se filtra en su mirada insondable.

Sé que sabe lo que Ailith era. Además del mejor guerrero era inteligente, y había buscado información para llenar sus huecos. Por la rabia con la que me miraba, seguramente había escuchado cuando Stregobor vino a contarme que los planes para convertirla en Brujo se harían la noche de la ceremonia de ascenso para las hechiceras.



-¿Dónde está ella?- Pregunta con voz grave, mucho más que cuando era un joven. Su tono es gutural, intentando contener la rabia.

-¿Y qué es ella para ti, exactamente?- Pregunto a la defensiva, no queriendo admitir lo que permití. Sabía que él no admitiría nunca abiertamente sus sentimientos por ella, que me dejaría y se iría. Pero me equivocaba.

-¿Está viva?- Insiste. Puedo ver como aprieta los puños con fuerza para que no pueda verlos temblar.

-Su sacrificio ha sido importante para nuestro mundo.- Contesto con la voz tomada por el nudo de mi garganta.


Su mandíbula se aprieta con rabia y dolor, intenta no mostrar que tiembla, pero todo su cuerpo vibra en tensión. Sus fosas nasales se ensanchan con cólera.


-¿Valió la pena?- Escupe con rencor.


Y es la pregunta que termina de agujerear mi pecho. No soy capaz de responder. Entonces Geralt me mira con decepción y se da la vuelta, perdiéndome de vista. Yendo a llorar su duelo fuera de cualquiera que pueda verlo.


Desearía poder decir que sí. Me obligaba a creerlo. Ailith había muerto por la esperanza de que los brujos, y por lo tanto la humanidad, no se extinguiera. Por lo menos había dejado su sangre, y a partir de ahí serían capaces de crear el mutágeno...



Noticias sueltas comenzaron a llegar a través de los caminos de que los tres brujos más poderosos del Consejo habían tenido graves accidentes.


Stregobor había perdido ambas manos. Vilgefortz había quemado buena parte del rostro. Dijkstra había perdido una de las piernas y su cuerpo había quedado lleno de cicatrices.



Cuando días después me enteré de que la mazmorra del palacio de Stregobor había estallado, supe que todo estaba perdido y había condenado a la niña que había confiado en mí para nada.

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THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora