XXXIV- El Caballero Negro.

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Cuando aterrizo sobre mis pies desde el portal que se ha abierto a dos metros del suelo, una decena de soldados nilfgaardianos se voltean con las espadas en alto.

Sin duda me esperaban, sólo que no sabían cuándo ni cómo aparecería.

El escudo estrellado refulge sobre las negras armaduras a pesar de que el bosque está tupido por la neblina.

Desde luego, no es un problema de visión para mí, pero sí para ellos.

Cuando cargan contra mí con todas sus fuerzas, comienza el espectáculo.


Cojo carrerilla para saltar contra un tronco y lanzarme con las dos espadas en alto y ensartarlas en el más cercano. Las dos armas goteantes cortan el aire mientras acuchillo cuellos y piernas de los que lo siguen.

Lanzo uno de los puñales que sin esfuerzo atraviesa el yelmo y se clava en el cráneo del último.

Casi me siento culpable por haber acabado con ellos tan rápido, pero entonces veo unos metros más allá a una de mis pesadillas más recurrentes. El Caballero Negro con el penacho de plumas en el casco, dándome la espalda.

Con parsimonia, se quita el casco y lo lanza al suelo para darse lentamente la vuelta.

El lacio pelo negro se le pega a la piel cetrina y sus ojos claros me miran fijamente, sólo llenos de rabia.

Un gruñido sale desde el fondo de mi pecho.


Ahí está. Ese maldito hijo de perra.


Deslizo mi espada de acero de su funda y me lanzo hacia él, pero entonces, me caigo al suelo de bruces sintiendo mis piernas fallar y mi aire escaparse.

Sin entender nada, me levanto con dificultad mientras me agarro el pecho, que me duele. Mis oídos pitan y entonces cuando miro a la sonrisa satisfecha de Cahir observo con terror la razón de mi repentina debilidad y su tranquilidad.

Sobre el escudo Nilfgaardiano, puedo ver un amuleto de dimerita. Ese metal que no sólo me impide usar el Caos, sino que también me debilita.

Cuando muevo los dedos susurrando Vieja Lengua y nada ocurre, mis sospechas se confirman.

Sin duda, información dada por los tres Magos del Consejo para asegurarse la victoria.

Cahir acaricia el amuleto con satisfacción y recochineo.


-Una lucha en igualdad de condiciones.- Sisea. Levanto una ceja mientras me pongo en pie, ligeramente tambaleante.

THE WITCHESS //  The Witcher fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora