Destinada a sobrevivir.
Destinada a luchar.
Destinados a protegerse.
Geralt de Rivia, conocido por muchos nombres, pero por todo el mundo como Brujo (witcher), un mutante creado para matar monstruos a cambio de unas monedas.
Su vida solitaria...
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Cuando vuelvo a la cocina, veo que Geralt camina de un lado a otro nervioso, como un león enjaulado.
Supongo que no se fía del todo de mí, pero no le queda más remedio que hacerlo.
-Duerme en un sueño reparador.- Informo mientras entro en la cocina, tranquilizándolo.
-¿Cuánto tiempo dormirá?- Pregunta, con los brazos en jarras, a la defensiva.
-Lo suficiente para que te dé tiempo a un baño e incluso algo más.- Frunce el ceño sin entender. Pongo delante de él, en la mesa, un par de prendas de cuero negro. Se las queda mirando durante unos largos segundos.
-¿Cómo has...? Ah, claro. Magia.- Suelta la última palabra como un insulto. Muestro una pequeña sonrisa sin ganas.
- La magia es Caos, arte y ciencia. Es una maldición, una bendición y un progreso.- Le recuerdo. Bufa.
-No creo que bañarme en esta casa me vaya a dejar más limpio.
-Tienes más tirria al agua que un gato.- No puedo evitar soltar, lo que hace que levante sus cejas, sorprendido.- Insisto.- Digo, tras carraspear y recuperar el control de mi boca.- Puedo adivinar la raza y la edad de tu caballo, incluso su color. Sólo por el olor.
-Hmmm.- Gruñe como aceptación. Por mi visión periférica puedo ver cómo me mira el trasero mientras me sigue escaleras arriba.
Soy una masoquista por observarlo desnudo en mi bañera. El agua aceitosa cubre hasta su abdomen. Su musculado y ancho pecho, en el que el vapor goteaba por el vello oscuro de sus pectorales, y se perdía más abajo de su estómago.
No puedo ver más allá que una de sus rodillas dobladas por encima del agua, pero tendré demasiado material para mis fantasías solitarias, que hasta ahora eran sólo elucubraciones de cómo sería el Geralt adulto que conocí de niño.
Me había quedado corta.
El brujo jugaba con los dedos removiendo el agua, permitiendo que lo observase, sin mostrar incomodidad.
-Pescar un djinn parece una medida extrema contra el insomnio.- Observo para intentar acallar mis pensamientos calenturientos.
Y realmente lo creo. ¿En qué demonios estaba pensando?
-Cuando lo extremo parece razonable... Sí, estoy desesperado.- Comenta cansado.
Lo observo y no puedo evitar sentir desazón. ¿Qué clase de pesadillas y preocupaciones tenía este hombre como para recurrir a algo tan desesperado?
