Vegas - Porsche

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Una llamada para un café, Kinn llevaba horas en su despacho reunido y tenía pinta de que fuera a alargarse más de la cuenta, Pete había ido a pasar la noche con sus amigos por lo que ¿qué mejor momento para hablar y verse? Vegas fue a buscar a Porsche a su casa, él acudió caminando hasta ella, así nadie se percataría de su ausencia y Kinn ya tenía un mensaje en la mesita de noche, no hacía falta que nadie más lo supiera. Vegas no se preocupó de avisar a nadie, Pete estaba acompañado y Macao dormía con Tay por lo que no había necesidad de dejar notas avisando.

Porsche vio la moto acercarse, mantenía una bolsa blanca con un par de cervezas en una de sus manos y ya cargaba el casco en su otra mano, por lo que se lo puso tan rápido como notó el faro blanco alumbrarlo, tan rápido como escuchó los frenos y el motor a su lado. Esperó a la señal del más bajo para subirse y arrancaron en dirección a la montaña, aquel descampado que solo ambos conocían, un lugar que descubrió Porsche un día conduciendo a altas horas de la noche y que, sin darse cuenta, se había convertido para ambos, en su lugar de desconexión, en su lugar donde poder sentirse seguro para mostrarse débil.

Al llegar al sitio ambos bajaron de la moto y apagaron el motor para poder entrar en el lugar tranquilamente, dejaron aparcado el vehículo a la entrada del descampado, justo donde terminaban los árboles y el camino que los conducía hacia el lugar. Vegas llevaba una manta dentro del asiento de su moto, la cogió y dejó ambos cascos encima del asiento. Se acercó a la posición de Porsche y tumbó la manta en el suelo, de esta manera no corrían el riesgo de mancharse o de pincharse con algún palo o alguna cosa parecida que hubiera en el suelo, era más cómodo para ellos.

Porsche sacó las cervezas y las abrió antes de tendérsela a Vegas y brindar, por su suerte ese día no les llovía, ya que más de una vez se habían tumbado en silencio bajo la lluvia, con los ojos cerrados y en silencio absoluto, dejándose llevar por el sonido del agua cayendo encima de ellos, mojándoles la ropa, el pelo y la piel, haciendo sentirles vivos cuando estaban al borde de poder mandar todo al carajo.

Pero esta vez no parecían estar a ese punto, pero ambos tenían lágrimas en los ojos que no habían dejado caer todavía, ambos sentían un nudo en el estómago que no les dejaba respirar, ambos sentían una especie de opresión en el pecho que les impedían hablar con claridad. Ambos estaban sentados mirando hacia el bosque que se abría delante de ellos, la luna era lo único de luz que los alumbraba, estaban seguros para romper a llorar, nadie los vería, nadie iba a juzgarlos. A veces se sentían mal por pensar así, sus parejas nunca los iban a juzgar, su familia nunca les iba a decir nada por mostrarse débiles, pero simplemente no les salía, su relación era un vínculo que les permitía llorar, gritar, soltarlo todo de forma completamente natural, no necesitaban que nadie tirara de la cuerda para sacarles el qué de su estado, simplemente se sentaban y uno empezaba a hablar mientras el otro escuchaba, y viceversa.

"Estuve años pensando y creyendo que mis padres estaban muertos, mi mente recordaba a la perfección un accidente que nunca sucedió." Las palabras de Porsche fueron las primeras en sonar en el silencio que les rodeaba. "Y ahora resulta que acudí a un entierro donde solo estaba presente enterrado mi padre, llevo años dejando flores, yendo a visitarlos para luego enterarme de que mi madre nunca fue enterrada con mi padre... que fui engañado una vez más".

Su voz se iba rompiendo a medida que hablaba, era como si el niño que llevaba dentro estuviera completamente roto después de conocer la verdad. "No se a quien creer, no se a quien debo creer en todo esto, todo me parece falso, todos los testimonios me suenan a mentiras, prefiero seguir creyendo lo que mi niño interior vio, parece menos doloroso que aceptar la realidad".

La muerte de sus padres era algo que siempre le había marcado, nunca hablaba del tema con Kinn, y menos después de conocer las supuestas verdaderas versiones de la muerte de sus padres por la boca de Khun Korn y su hermano. Sentía que no soltar lo que su mente pensaba desde que vio el cuerpo congelado de su madre en aquel despacho le estaba estancando en su vida, le dolía pensar que fue engañado tanto tiempo, le duele pensar que él mismo creó una imagen de un accidente que nunca sucedió, le dolía haber mentido a su hermano con algo que nunca pasó.

"Mi relación con mi padre nunca fue buena, le odiaba por cómo nos trataba a mi hermano y a mí, por cómo engañaba a mi madre, por todas las veces que chilló a Macao, por todas las veces que nos golpeó y nos comparó con nuestros primos. Le odiaba y le sigo odiando en el fondo de mi corazón, pero cuando escuché el disparo, cuando entré y vi el cuerpo de mi padre ahí tirado, sentí que todo mi mundo dejaba de girar, sentía que no me quedaba absolutamente nada." Vegas habló sin despegar la mirada del cielo, sin dejar de mirar las estrellas que se podían apreciar desde ese lugar. "Se comportó como un completo capullo con Macao y conmigo, pero a pesar de eso sentía que, aunque fuera poco, él podía llegar a querernos, que él nos protegería si pasaba alguna cosa, que siempre, a pesar de los golpes y los gritos, nos defendería si algo llegaba a pasar".

Hizo una pequeña pausa antes de volver a hablar. "Pero de golpe me sentí solo, tenía que cuidar de mi hermano, decirle que su propio tío había matado a nuestro padre, y yo no estaba preparado para cuidar de nadie. Sentía que, además, si Macao se enteraba de todo lo que pasó con Pete me terminaría odiando y me quedaría solo por completo", "Pete me odiaba y me había abandonado después de todo lo que le hice, nunca llegué a imaginar que junto a Macao, sería la persona que se quedaría cogiendo mi mano hasta que despertara del coma".

Vegas llegó a pensar en la posibilidad de que su pequeño hermano le odiara por no defender a su padre, por torturar a la persona que más quería en el mundo, llegó a pensar en aquellas décimas de segundo antes de coger el coche, que su hermano lo vería como un completo monstruo, sin saber que su hermano lo admiraba y eso no cambiaría por nada en el mundo, que su hermano era capaz de escuchar y entender, que nunca podría cambiar su opinión acerca de Vegas.

Ambos bebieron de la cerveza mientras pequeñas lágrimas caían por sus mejillas, ambos cerraron los ojos con fuerza para permitir a las lágrimas salir con más facilidad. Ambos pudieron recuperar pequeños recuerdos de su niñez, pequeños momentos con sus padres después de soltar ese pequeño nudo que había en su cuerpo y que no les permitía respirar, que les hacía sentir el aire completamente pesado.

Ahora ambos eran capaces de respirar con más facilidad, eran capaces de entender que, uno era solo un crío que vio algo traumático siendo muy pequeño, un niño que se quedó solo con su hermano bebé al que debía cuidar, un niño que vio morir a sus padres mientras estaba escondido en el armario de la cocina y que su mente había creado ese accidente para ayudarlo a seguir adelante.

El otro era capaz de ver que no estaba solo, era capaz de darse cuenta de que su hermano nunca podría odiar a la persona en la que más confiaba, era capaz de ver que Pete era el hombre que iba a estar a su lado por el resto de su vida. Era capaz de entender que las personas que estaban a su alrededor nunca lo abandonarían y que nunca podría quedarse solo tras la muerte de su padre, que tenía a alguien que lo quería como nadie antes lo había hecho.

Sus cabezas se juntaron antes de volver a brindar con las botellas de cristal y terminar el contenido que había dentro, se tumbaron pasando sus brazos por detrás de su cabeza y apoyándose para intentar respirar el aire que corría, poder sentir el leve viento que les movía el pelo y hacía que tuvieran algo de frío, haciendo recordar que seguían vivos. Tal vez se dormirían, nadie los vería allí, llorando y siendo débiles, porque incluso el líder más duro de la mafia, podía tener sentimientos, podía amar y podía sentirse solo, incluso el líder más fuerte podía ser sensible y llorar, podía necesitar momentos para estar consigo mismo, podía necesitar momentos donde romperse por completo.

Ambos se permitían ser ese líder de la mafia que a veces necesitaba apoyarse en un amigo, en ese hermano con el que no compartía sangre, con esa persona importante, con el que podía ser una persona humana, podía sentir dolor, podía escuchar cómo su corazón latía, porque si, incluso el líder más duro tiene corazón, uno frágil que el más mínimo recuerdo podía romper en millones de pedazos. A veces, ese líder necesitaba tener a un Vegas o a un Porsche, que le escuchara sin contestar, que lo mirara sin juzgar, que le dejara hablar sin forzar la conversación, que le dejara fluir con el sentimiento del momento.

-Time<3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora