Kinn - Porsche

1.2K 101 1
                                    

Lo observaba dormir, observaba cómo su pecho subía y bajaba con una calma diferente, una paz que no podía ver en su día a día, que no podía disfrutar de normal. Observaba cómo respiraba tranquilamente, como si el tiempo no existiera para esa persona en ese momento, como si los problemas no existieran, como si las rutinas y las reuniones fueran solo fruto de sus imaginaciones. Observaba la tranquilidad que mostraba el chico que dormía a su lado y podía sentir como esta se transmitía hacia él con solo poder mirarlo dormir.

Una de sus manos se pasó por su pelo, uno que hacía mucho que no podía acariciar, echaba de menos esa suavidad, ese cosquilleo que aparecía en la palma de su mano cuando lo acariciaba. Lo peinó con delicadeza con sus dedos, arreglando algunos mechones que se posaban en su rostro, quería evitar que cualquier cosa pudiera despertarlo o privar a esa persona de la paz que debía sentir en ese momento. Acarició su flequillo con cuidado y una sonrisa se dibujó en su rostro una vez más, normalmente este solía estar separado, cayendo a cada lado de su rostro, ahora caía hacia un lado debido a la posición en la cual dormía, "adorable" pensó para sí mismo.

Sus dedos se deslizaron con cuidado hasta el rostro de esa persona, rozó sus mejillas con cuidado, ese miedo de provocar que se despertara estaba presente en cada gesto que el mayor hacía, pero terminó deteniéndose unos segundos, quizás fueron unos minutos, en ese determinado lugar. Memorizaba la suavidad de su piel, quería recordar cada tacto de su piel, quería poder cerrar los ojos y ser capaz de identificar que parte de su cuerpo estaba acariciando.

Su mirada descendió antes que sus manos y se fijó en su cuello, pequeñas marcas rojas aparecían en este, provocando una leve risa en él, negó con la cabeza y finalmente bajó su mano a ese rincón tan delicado para el menor. Conocía esa debilidad del chico que dormía a su lado, conocía, pero, como le relajaba ser acariciando en ese sitio, como lo tranquilizaba cuando él rozaba sus manos en su cuello con la intención de calmar su corazón, de suavizar la situación, dando igual cuál fuera. No hacía falta pensar en la parte sexual, todos conocen que el cuello es un punto clave cuando se habla en ese ámbito, pero pocos se detienen a acariciarlo como es debido para poder dar una sensación más lejana al cosquilleo del placer. El mayor había sido capaz de poder acariciar esa zona con una fuerza que era capaz de llevarlo al séptimo sueño, de conseguir que durmiera como un niño pequeño en los brazos de su madre. En ese momento sentía los lentos latidos de su corazón, esos latidos que tantas veces había podido escuchar al dormir en su pecho, que tantas veces había acelerado y, que en ese momento, latían pausadamente en un ritmo tranquilo.

Sus manos siguieron descendiendo hasta sus brazos, acarició sus hombros, esa pequeña cicatriz que había en su hombro izquierdo, la primera bala que rozó ese cuerpo que tanto adoraba, la primera vez que sintió algo llamado miedo, miedo de que alguien pudiera lastimar a esa persona que, en ese momento, parecía insignificante para su vida, pero que sin darse cuenta se había convertido en la más importante de esta. Acarició cada músculo, ahora en reposo, hasta poder llegar a su mano, la cual se encontraba cerca de su rostro. Pensó en entrelazar ambas, pero temió hacer un gesto brusco que terminara robando su paz, por lo que finalmente solo la acarició, repasando sus dedos, hasta poder llegar a su palma de nuevo. Podría pasarse horas acariciando sus manos, jugando con ellas, entrelazándolas con las suyas, apretándolas entre estas, transmitiendo sus sentimientos mediante ese pequeño gesto que, a ojos ajenos, parecía algo insignificante y sencillo, pero que para ellos había sido algo difícil de poder mostrar en un inicio. Sujetar las manos del otro era un gesto que podía significar algo más para ellos, era algo que al principio de su relación no podía hacer públicamente, que no podían hacer delante de las personas de su alrededor, un gesto que solo hacían en su intimidad, en todo lo que esta podía significar.

Finalmente siguió el camino que había iniciado, pero esta vez se cambió de posición, se volvió a tumbar a la espalda del chico, y su mano se colocó en su abdomen, acercándose con cuidado al cuerpo del menor. Ahora podía sentir como respiraba, podía sentir esa paz que transmitía con solo verle, podía sentir la paz de sus respiraciones y hacerla suya. Acarició esa zona con un tacto muy diferente al de hacía unas horas, lo hacía con las yemas de sus dedos, rozando levemente el lugar, hasta detenerse en su cintura. La abrazó, aferrando su pecho a la espalda del menor. Sus ojos se cerraron, respirando el leve aroma del cuello del chico que seguía durmiendo, quería imitarlo, quería poder sentir también esa paz y poder irse al mismo mundo en el cual dormía su pareja.

Notó un leve movimiento, su sangre se congeló al notar como la persona que tenía a su lado se movía, ¿la había despertado? No, no podía ser. Esperó quieto a ver qué hacía el menor, incluso separó su brazo de la cintura de este para poder darle más libertad para que se moviera más cómodamente. Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando notó que el chico se giraba para apoyarse en su pecho, que ese movimiento que le había asustado era simplemente para poder buscar más su contacto, buscar su calor. Volvió a posar sus brazos alrededor del chico y cerró los ojos, depositando un leve beso en su cabeza y susurrando dos palabras muy conocidas para ellos dos. "Te quiero".

Esta vez, la mano que lo abrazaba por la espalda pudo acariciar una parte que, hasta el momento, no había estudiado. Recuperó sus caricias, sus dedos bailaban por el largo espacio de piel, sin ser capaz de borrar su sonrisa. Podía identificar cada parte que había llegado a besar, mentiría si dijera que no conocía cada centímetro, incluso cada milímetro de la piel del menor. Sintió en su pecho como una sonrisa se dibujaba en los labios del chico que seguía durmiendo bajo sus cariños y podía sentir como su corazón se tornaba en latidos más lentos, más calmados, se sentía mejor que nunca de saber que sus esfuerzos había logrado esa reacción en el menor, que no lo había despertado, pero lo habían ayudado a sonreír incluso dormido.

Una de las manos del chico se posó en su pecho y su mano fue a buscarla, aprovechando para poder hacer eso que tanto había deseado hacer minutos atrás, entrelazó sus manos y se las acercó a sus labios para poder besarla antes de volver a colocarla justo encima de su corazón.

Su cuerpo se sentía en paz, esa que transmitía el menor que ahora dormía entre sus brazos, acostado en su pecho. Su cuerpo sentía un calor que nunca antes había sido capaz de sentir con nadie entre sus brazos, un calor diferente, un calor agradable y que sentía incapaz de volver a sentir con nadie si algún día esa persona desaparecía de su lado. Su cuerpo se sentía relajado, como si todas sus reuniones, todos sus problemas y dolores de cabeza ya no existieran. Esa era exactamente la sensación que sentía cada vez que se tumbaba a descansar con Porsche entre sus brazos, con Porsche a su lado, sentía que nada de lo que le apretaba durante el día era real, que todo había desaparecido, que no existía en ese preciso momento. Le hacía salir de las rutinas, le hacía salir de ese bucle continuo de mostrar una imagen suya de seriedad y frialdad que no existía una vez la puerta de su cuarto se cerraba.

Podía decir que Porsche era, lo que la gente enamorada decía, su lugar seguro, su escapada hacia la libertad, sus alas, su hogar... todas esas descripciones que nunca antes había creído y que, ahora, era capaz de percatarse que existían y tenía un nombre para él, y era el mismo que tantas veces había chillado en desesperación hacía unos años atrás y que ahora susurraba y llamaba cariñosamente, ese nombre que tanto había dicho en sus encuentros sexuales, y en sus encuentros después de largos días de trabajo. Ese nombre con el que tantas veces había soñado y deseado decir al llegar a casa y poder fundirse en sus brazos para descansar.

"Porsche" dijo antes de que sus ojos se cerraran de nuevo y lo llevaran hacia el mismo sueño que el del chico que dormía en su pecho, un sueño donde ambos estaban juntos, justo como ahora, descansando pacíficamente.

-Time<3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora