Macao - Tay

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Macao sabía que Tay estaba agotado mentalmente y necesitaba descansar de todo, así que decidió llevárselo de viaje de fin de semana.

Ese día, al salir de la universidad fue hasta su casa y cogió una pequeña mochila, la llenó con ropa para dos días tanto para él como para su chico y se fue hacia la casa de este para recogerlo.

Tay lo recibió con un pequeño beso y un gran abrazo, recostándose en el pecho del menor y sintiendo sus latidos a través de la camiseta negra y ajustada que llevaba el más alto. Macao le devolvió el abrazo apretándolo con fuerza contra su pecho con las manos en su cintura, Tay se sorprendió cuando el más alto le susurró al oído "Ven conmigo" no dudó ni un segundo en aceptar esa petición y lo siguió hasta fuera, dónde tenía la moto y la mochila ya preparadas. Tay subió detrás de Macao con la mochila en su espalda y abrazó la cintura del otro, preparado para partir.

Macao los llevó hasta una pequeña playa que quedaba escondida a simple vista, hizo que el mayor bajara de la moto y lo guío hasta una pequeña cala a la que solo se podía acceder a pie, por lo que estaban completamente solos en ese hermoso lugar.

Macao fue sorprendido cuando Tay le saltó encima para darle un beso, se besaron entre sonrisas y palabras de admiración con el mar a sus espaldas. Tay era feliz, Macao podía verlo, y él era aún más feliz viendo a su chico así. Su mano fue agarrada con fuerza por la del mayor, que tiró de él y empezó a correr hacia el mar entre risas y gritos de "Vamos, vamos Macao" el nombrado rio con fuerza al sentir como su corazón se saltaba un latido al ver la gran sonrisa de su chico, dejándolo embobado por un momento. Macao soltó la mano de Tay y sin que este se lo esperara lo cargó y siguió corriendo hacia el mar, haciendo que se sorprendiera y soltara un pequeño grito que se convirtió en carcajada al entender lo que estaba pasando.

La mochila descansaba en la arena, olvidada por sus dueños que jugaban en el mar, mojándose el uno al otro, riendo sin parar y mirándose como si fueran lo único que existía en el mundo. La tarde fue cayendo y con ella el sol, que fue escondiéndose tras las montañas que había no muy lejos de ahí, Macao y Tay salieron del agua y recogieron la ropa que en algún momento de la tarde había desaparecido de sus cuerpos, dejándolos solo con la ropa interior puesta y se dirigieron hacia la mochila, el menor sacó una toalla y envolvió a Tay en ella, abrazándolo para que se secara y no tuviera frío, una vez hecho sacó una de sus camisetas de la mochila y se la acercó al mayor para que se la pusiera, la camiseta le llegaba a la mitad de los muslos, dejando ver sus hermosas piernas, Macao no pudo evitar acercarse y tomarlo por la cintura para susurrarle al oído "No sabes lo mucho que me gusta verte con mi ropa puesta" Tay subió sus brazos al cuello del más alto y con los labios pegados a los del otro dijo "Y tú no sabes lo mucho que me gusta llevarla, ahora huelo a tí, se siente como un abrazo constante" terminó la frase sellando sus labios, empezando un beso lento, sin prisas, solo disfrutando el uno del otro, las lenguas se entrelazaban y empezaban bailes que parecían no tener fin, las manos de ambos buscaban el contacto de la piel ajena, dejando suaves caricias por allí donde pasaban y el tiempo parecía detenerse cada vez que separaban un poco los labios en busca de aire, pasaron segundos, minutos, horas besándose, la verdad es que perdían completamente la noción del tiempo cuando estaban juntos...

Macao tendió una toalla en la arena e invitó a Tay a sentarse en ella, sentándose él a su lado segundos después, la conversación entre ellos fluía de forma natural, nada era forzado o incómodo, se sentía simplemente correcto el estar juntos de esa forma, el tocarse, el besarse, el formar parte de la vida del otro, y fue en ese momento, estando juntos en una playa en medio de la nada, dónde ambos se dieron cuenta de que realmente no necesitaban más que la compañía del otro para ser felices. Macao separó sus labios y dijo "Te amo" fue sencillo, no hubo flores, no hubo nada más que dos simples, pero poderosas palabras y Tay lo miró a los ojos, con la sonrisa más bonita que había visto nunca y los ojos anegados en lágrimas "Yo también te amo Macao" las palabras estaban tan llenas de sentimientos que apenas podían contenerlos y fue el más alto el que se acercó y acunó el rostro de Tay, acercando sus labios, uniéndolos en un beso sin fin.

-Moon<3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora