Porsche miraba el anillo en su mano, debían ser más de las nueve de la mañana, quizás podían llegar a ser las diez o las once, no quería mirar la pantalla del móvil, le gustaba el sonido del silencio, de no tener alarmas ni llamadas que los despertara, ni mensajes molestos, estaban solo ellos dos, sus corazones y sus respiraciones. Sus ojos volvieron a cerrarse, sentía la piel del brazo de Kinn abrazar su cintura con delicadeza, sentía como sus pieles se acariciaban directamente, no había ropa por en medio que molestara, que les impidiera sentir el calor del otro.
Sus manos acariciaron su cuello, sintiendo los leves besos que Kinn empezó a dejar en ellos después de terminar la botella de champagne que habían ordenado, las burbujas del jacuzzi exterior los rodeaban y Porsche solo disfrutaba de los labios del otro en su zona más sensible, se dejaba besar, jadeando levemente cuando notaba la lengua de Kinn dibujar en él, cuando sentía los dientes del mayor dejando un rastro que sería visible al día siguiente. Sus manos se apretaban en puños sobre el bordillo del jacuzzi, su cabeza echada levemente hacia atrás y sus labios entreabiertos, disfrutando de cada caricia del mayor.
Sus ojos se abrieron de golpe cuando dejó de notar como los labios de Kinn acariciaban cada centímetro de su cuello, lo miró algo desilusionado, mientras que este lo miraba con una sonrisa en sus labios, completamente enamorado. Acarició el pelo de Porsche, peinándolo hacia atrás mientras acercaba sus rostros para poder besarlo, sus lenguas se unieron en un vals perfecto, como si hubiera estado preparado, ensayado durante meses. Las manos del menor se olvidaron por completo de su lugar y se aferraron al cuello de Kinn, acariciándolo, jugando con su pelo, sin dejar de besarlo en ningún momento.
Porsche alzó su cadera de forma involuntaria y ejerciendo una leve fuerza sobre los hombros de Kinn logró quedar sentado encima de él, cambiando sus posiciones en un rápido movimiento. Sus manos se desviaron, acariciando el perfecto abdomen del chico, ese que tantas veces había besado y tocado, besó la pequeña cicatriz que había en su pecho, la misma que casi los separa para siempre, la misma bala que debía ser para él, pero que Kinn no dudó en cubrir para protegerlo.
El mayor, al notarlo, no dudó en acariciar el pelo de Porsche de nuevo, su sonrisa no se desdibujaba de su rostro. Dejó que el menor besara cada rincón de su pecho y de su cuello, facilitándole el acceso a este, su cabeza se echaba hacia atrás, pero no dejó de acariciarlo ni un solo momento. Porsche se sentó en sus piernas, una de sus manos se deslizó por debajo del agua, Kinn seguía tan centrado en la sensación de los besos del menor que no se dio ni cuenta de como una de sus manos pasaba el límite visible, no fue hasta que notó una leve presión en su miembro que recuperó la compostura, mirando al chico que tenía encima de él con cierta lujuria.
Porsche sonreía encima de su cuello, no se separó ni un segundo antes de empezar a besar los labios de Kinn de nuevo, mientras aceleraba levemente sus caricias sobre la entrepierna del mayor, leves suspiros se escapaban entre los labios de Kinn, sus manos entraron de nuevo en el agua y agarraron con fuerza la cintura de Porsche, intentando guiarla más cerca de la suya, pero este se resistía todo lo que podía, no iba a darle tan rápido lo que pedía, quería jugar un poco más con él, iba a ser él quien decidiera el cómo y el cuándo.
Las manos de Kinn acariciaron cada centímetro de la piel de Porsche a la que alcanzaban, centrándose en sus nalgas cuando lograron llegar, acercando levemente al menor. Porsche jadeaba levemente sobre los labios del mayor, su mano libre se enredaba en su pelo con fuerza, fue en ese momento cuando Porsche levantó su cuerpo, un leve movimiento de la cadera de Kinn y el menor dejó que este se hundiera por completo en su interior. Porsche echó su cabeza hacia atrás y mordió su labio inferior con una sonrisa, Kinn lo miraba con admiración, no se movió ni un centímetro, dejó que fuera el otro quien decidiera que estaba preparado para ello.
Sus labios se besaron de nuevo, Porsche empezó a moverse inconscientemente, Kinn no soltaba su cintura, guiándolo con delicadeza, el menor marcaba el ritmo, sus lenguas volvieron a bailar juntas, buscándose, acariciándose. Reían entre jadeos, los movimientos de ambas caderas se habían sincronizado buscando el mayor placer para ambos, Kinn besaba el cuello de Porsche, repasando algunas de las marcas que empezaban a dibujarse en él, un abrazo los fundió por completo, sus pieles se erizaron, el menor mordió levemente el labio inferior de Kinn antes de volver a besarlo, su mano acariciaba su mejilla, mientras la otra jugaba con su pelo.
Porsche recordaba cada caricia mientras tocaba cada centímetro de su piel aún desnuda, notó como Kinn se movía de la cama, acercándose más a él, notaba pequeños besos en su cuello, su sonrisa volvió a dibujarse. "Buenos días, mi amor", la voz ronca de Kinn acarició su cuello, Porsche cerró los ojos y se movió, encontrándose con el rostro del mayor, lo abrazó con delicadeza entre sus manos y lo acarició, dejando un beso en su frente "Buenos días, mi vida", sus cuerpos volvieron a acercarse, sus pieles se erizaban de nuevo ante el contacto tan repentino.
Kinn no separaba las manos de la cadera de Porsche, las piernas del mayor se entrelazaron con las suyas, cerrando el poco espacio que quedaba entre ellos, notando por completo el calor del otro. Se movían con delicadeza, sus labios se juntaron en un beso dulce e inocente, se acariciaban, pequeños jadeos se escapaban entre sus labios a consecuencia de los roces entre sus cuerpos. En sus rostros se dibujaban sonrisas, se escuchaban leves risas entre sus besos, sus dedos se clavaban en la espalda del otro, buscando la máxima cercanía del otro, buscando el máximo contacto, cualquier tipo de roce, sabiendo que con el paso de los minutos, sus manos quedarían dibujadas y marcadas en el cuerpo del otro, ¿pero qué importaba eso? Se querían, y eso era lo único que les importaba.
Ambos llegaron a la vez, reían entre besos, leves "te quiero" eran las únicas palabras que se escuchaban para ellos, Porsche se movió, apoyándose en el pecho del otro, mientras que Kinn se movió como pudo para llegar a la pequeña caja de pañuelos que había en su mesita, limpió sus cuerpos con cuidado, acomodando de nuevo al menor en su pecho y dejando pequeños besos en su cabeza. Sus manos se unieron, Kinn acariciaba con delicadeza la espalda de Porsche, intentando borrar las marcas rojas que empezaban a dibujarse en esta, el menor solo observó las marcas rojas en el cuello de Kinn, cerrando los ojos y escuchando los latidos del corazón de este, como iban descendiendo, como sus latidos se iban calmando por completo.
Esa misma mañana empezaba su vida como futuros casados, como prometidos, esperando con ansias el día en el cual dejaran de ser algo futuro para, finalmente, pasar a ser marido y marido, hasta que la muerte los separe.
-Time<3