Macao-Tay
Sentado en la cama del hospital, sostenía entre sus manos una cajita de color negro muy sencilla, Macao sonreía mientras la observaba, llevaba todo el día esperando, nervioso e inquieto a que llegara Tay.
Hacía días que con la ayuda de su hermano había preparado esta pequeña sorpresa, no era gran cosa, pero había puesto todo su corazón en ella.
El mayor había permanecido a su lado desde el primer día, casi no salía del hospital, no soportaba la idea de perder de vista al menor, pues temía con todo su ser que desapareciera. Fue Vegas el que esta mañana convenció al chico para que se fuera a su casa a darse una ducha y descansar un poco fuera de esas cuatro paredes.
Tay entró en la habitación asustando a Macao y este escondió la cajita detrás de él rápidamente para que el otro no la viera mientras le sonreía. El mayor buscó a Macao con miedo en los ojos y al ver que estaba justo delante de sus ojos sano y salvo sonrió, iluminando así toda la habitación con su sonrisa, el menor extendió una de sus manos hacia Tay y dijo "Ven aquí" el mayor casi se abalanzó contra él, escondiéndose en sus brazos e inspirando el olor ya familiar del chico.
¿Cómo estás? Pregunto Tay apretando su abrazo con cuidado para no hacerle daño al otro.
"Mucho mejor ahora que estás aquí" dijo Macao dejando un suave beso en la cabeza del chico entre sus brazos.
Tay se separó lentamente del abrazo y metió su mano en el bolsillo del pantalón que llevaba sacando una pequeña bolsa llena de galletas de chocolate "Feliz San Valentín Macao" fue apenas un susurro acompañado de un leve rubor en las mejillas, pero consiguió que el corazón del menor se saltara un latido. "Es la primera vez que intento hacer esto, así que no sé como estará... pero quería hacerlo para ti" Las manos de Macao acunaron las mejillas del mayor haciendo que lo mirara a los ojos, regalándole la sonrisa más grande del mundo, mientras acercaba su rostro para fundir sus labios en un pequeño e íntimo beso. "Te amo P'Tay, te amo"
La suave risa de Tay resonó en la habitación llenando el corazón del más alto que con muchos nervios sacó la pequeña cajita y se la entregó, el mayor sorprendido la aceptó y la abrió con mucho cuidado, las manos de Macao temblaban de los nervios esperando la reacción de su chico, pero se tranquilizó al instante al ver una pequeña sonrisa asomar en sus labios.
Un pequeño medallón de plata reposaba dentro de la cajita, Tay lo sacó de esta y lo levantó con cuidado para poder examinarlo con más detalle, al darle la vuelta se le llenaron los ojos de lágrimas, una pequeña casita estaba grabada en la parte trasera del medallón y no era cualquier casita, era la pequeña casa de Tay en el bosque, levantó sus ojos llorosos y dijo "Macao yo... Gracias, solo... Gracias" las lágrimas empezaron a caer y el menor las secó acunando su rostro. "Ahí supe que te amaba, en esa casa me di cuenta de que realmente te amaba" "Feliz San Valentín mi amor" Tay no pudo controlar el leve sollozo que se atascó en su garganta y lo dejó salir con una sonrisa en el rostro, no podía creer que incluso estando en el hospital el menor se las hubiera ingeniado y le hubiera hecho un regalo como este.
"Te amo Macao, ¿lo sabes, verdad? Te amo" la sonrisa del menor lo cegó y ambos unieron sus labios en un beso suave y tranquilo, disfrutaron el uno del otro y se sintieron tanto como pudieron.
Vegas - Pete
A veces los días simplemente eran duros para Pete y no podía con todo, lo único que quería era llegar a casa y dejar que Vegas lo llenara de besos y abrazos, solo necesitaba sentirse protegido entre los brazos del chico al que amaba.
Hoy era uno de esos días, estaba cansado de mantener la fachada de chico educado y considerado con todos, tenía ganas de llorar y de gritar, seguía estando preocupado por Macao y por todo lo que estaba pasando a su alrededor. Así que llegó a casa y fue directo hacia el baño, tomó una ducha larga para intentar relajarse y se puso ropa cómoda, bajó a la cocina y empezó a preparar la cena mientras esperaba a que Vegas llegara.