Tay - Macao

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Ya lo habían visto todo el uno del otro, no les hacía falta hablar para entenderse, no les hacía falta nada más que mirarse para poder entender a la otra persona casi a la perfección, para entender lo que sentía o necesitaba en cada determinado momento, parecían cómplices del otro, pero aún no habían hecho el gran paso, tal vez el mayor no estaba preparado, y el menor no iba a juzgarle ni forzarle a nada, todo a su tiempo y con toda la paciencia del mundo, se querían y eso era lo único que les importaba.

Ese día Macao había dormido en casa de Tay y, por la mañana, se fue hacia clase, el mayor se despertó cuando este ya no estaba, pero dejó una pequeña nota encima de la mesa con un tierno mensaje dirigido hacia el rubio para cuando despertara. Tay conocía el horario de Macao en la universidad, es más, en más de una ocasión había escuchado al chico quejarse de entrar tan pronto en la mañana, que eso le impedía poder estar más rato con él en la cama. Muchas mañanas, el mayor se despertaba con un mensaje en su móvil de buenos días a horas en las que él estaba completamente dormido, cosa que le hacía despertar con una gran sonrisa en su rostro, incluso se acostaba pensando en ese mensaje que leería al despertar.

Tay se quedó un rato en la cama, aún podía notar el calor en el lado vacío de la cama, el olor de menor seguía impregnado en las sábanas y en el cojín, el cuarto de baño olía a su perfume y el mayor sentía como si no estuviera tan solo en la gran casa en la que se encontraba. Pensó en tener un detalle con Macao, darle una pequeña sorpresa al chico que siempre le sorprendía con algún detalle en todas las veces que se veían, ahora quizás era su turno de sorprender al chico. Se duchó y recogió el cuarto levemente, poniendo la ropa a lavar y haciendo la cama y abriendo las ventanas para que el lugar se aireara un poco, preparó su desayuno antes de salir de casa, lo comería de camino a la facultad del menor. Había decidido ir caminando, había un buen camino hasta el lugar, pero tenía tiempo de sobra, incluso llegaría antes de tiempo y podría sentarse a esperar en la puerta, quizás un poco alejado para darle la sorpresa en la calle y no delante de sus amigos, no quería asustar al chico o incomodarlo.

Cogió una bolsa de tela que tenía colgando de la manilla de la puerta, guardó el móvil y las llaves, cogiendo el pequeño desayuno que se había preparado y guardándolo también. Se aseguró de haber dejado todo bien cerrado y salió de camino hacia el lugar donde iba a esperar al chico que, ahora mismo, tenía capturado su corazón. Iba escuchando música, pero su cabeza iba demasiado concentrada en otras cosas, no podía sacarse de la cabeza las caricias del chico en su pelo, en su cuerpo, como sus manos lo cuidaban, como si temiera hacerle daño, en su cabeza solo podía ver como los ojos de Macao lo miraban con un cariño que nunca había sentido antes, lo miraban con amor, con sentimiento, uno que era completamente mútuo. En su cabeza solo podía recordar cómo sus manos lo sujetaban mientras bailaban aquel día en su casa, como se dejaban llevar al ritmo de la música y él lo sujetaba sin fuerza, pero con un agarre seguro.

Era incapaz de centrarse en la música porque recordaba el tacto de sus labios en su piel, recordaba las sensaciones que envolvían su cuerpo aquella vez, el roce de sus pieles, sus besos... negó levemente, su mente se iba a otro día, su mente flotaba por completo y temía poder perderse en el camino. Al llegar al destino se sentó en uno de los bancos que había fuera, justo a las puertas de la facultad, faltaban unos veinte minutos para que terminaran sus clases, no le importaba esperar, el tiempo era fresco y ya se agradece el poder llevar una sudadera puesta. Abrió el móvil para poder parar la canción que estaba escuchando y se quitó los cascos, guardándolos en su cajita y dejando esta dentro de la bolsa, se quedó mirando un rato sus redes sociales, siguiendo una mínima ruta para abrirlas.

Escuchó ruido venir de las puertas de entrada y se levantó para esperar mejor y poder ver a Macao salir, pero su sonrisa desapareció cuando lo vio junto a un grupo de amigos, lo escuchó reír y se sentaron en una de las mesas del campus, aún era pronto para que salieran de clase, era pronto, ¿por qué ya estaban todos fuera? Macao se sentó encima de la mesa, dejando que uno de sus compañeros se sentara entre sus piernas y apoyara los brazos en sus piernas. Tay veía como Macao era ciertamente cariñoso con ese otro chico, el cual tenía unos rasgos parecidos a los suyos, cosa que le hizo sentir un extraño cosquilleo en el fondo de su corazón, nunca había visto al menor hablar y reír con sus amigos, ¿pero siempre era tan cercano? Sólo parecía serlo con ese chico en concreto.

Esa sensación en el pecho no la había sentido nunca, no se sentía dolido, como lo había hecho con Time, no sentía el dolor en su pecho de cuando veía a Time con otro, es más, cuando eso sucedía no sentía absolutamente nada en su corazón. Esta vez era un dolor distinto, pero no quería acercarse, quería ver como seguía desarrollándose en su grupo, pero poco más pudo ver, ya que el menor se percató de alguien observando a su grupo más de la cuenta. Tay vio como la sonrisa de Macao se volvía brillante y se levantaba de la mesa, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza. El mayor se quedó algo parado, pero correspondió rápidamente ante tal gesto, dejando un leve beso en su mejilla, "Voy a buscar mis cosas, espérame aquí".

El menor corrió de nuevo y este se acercó un poco a la puerta, lo justo para escuchar como se despedía de sus amigos, dándole la mano al chico que hacía unos segundos descansaba entre sus piernas. Cuando Macao volvió a estar a su lado le cogió con fuerza de la mano y volvió a besar su mejilla, el menor sonrió y no dudo en hacer lo mismo, yendo ambos hacia la moto del chico y cogiendo su casco, preferían volver en moto que andando, era más rápido y parecía que ambos tenían prisa por volver a casa.

Dejaron las cosas en la entrada, y se sentaron en el sofá, extrañamente Tay estaba actuando de una forma más cariñosa que de normal, no se había soltado de su cintura en todo el camino, cosa que no solía hacer en trayectos rápidos y cortos. Una vez sentados , el mayor apoyó su cabeza en las piernas de Macao y este le empezó a acariciar el pelo. Curiosamente en su entorno no molestaba el silencio, y la mayoría del tiempo que estaban solos hablaban de cosas sin sentido, sobre su día o se quedaban en silencio, acariciándose, mientras sonaba el pequeño hilo musical que siempre sonaba en casa de Tay.

"¿Te sucede algo...? Estás algo tenso." El menor se atrevió a preguntar, colocando sus manos sobre los hombros de Tay y empezando a masajear con cierta fuerza, pero evitando hacer daño. "¿Quién era ese chico?" Macao empezó a reír levemente al cabo de un rato, tardó en entender de quien estaba hablando el menor, y no podía creer que tuviera, lo que parecían ser, celos de uno de sus amigos.

"Es un compañero mío de clase, pero no te preocupes, tiene pareja~" las palabras del chico provocaron que Tay se sonrojara y lo mirara de vuelta, el menor entendí ahora el porqué de tantos gestos cariñosos en público y no podía evitar pensar en lo adorable que se había visto el rubio en tal circunstancia. El mayor lo golpeó con uno de los cojines del sofá y ambos empezaron a reír, sus labios se fundieron en un leve beso, Tay se aferraba con delicadeza al cuello del menor, mientras que este sujetaba su cintura con cuidado, ayudándolo a incorporarse para poder corresponder al beso como era debido.

Era la primera vez que Tay sentía celos, y no sabía como debía sentirse por eso, pero lo que tenía claro era que quería al menor para él, quería que se quedara a su lado, que lo cuidara y lo mimara, necesitaba poder amarlo y quererlo, demostrarle que no estaba jugando, que él no era como su expareja, pero lo que Tay no sabía era que Macao se sentía la persona más afortunada del mundo teniéndolo a su lado, fuera estando celoso o no.

-Time<3

KinnPorsche cortos (2a parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora